Madrid - Publicado el - Actualizado
1 min lectura
Mientras las fuerzas iraquíes estrechan el cerco sobre las últimas posiciones en Mosul, la actividad terrorista del llamado Estado Islámico se proyecta sobre otros lugares. La franja norte de la Península del Sinaí se ha convertido en uno nuevo escenario del yihadismo, que esta vez ha puesto su diana en las humildes familias de la minoría cristiana. Más de un centenar de estas familias coptas se han visto obligadas a huir aterrorizadas de sus hogares en el norte de la histórica península, después de que siete cristianos fuesen asesinados. Se da la circunstancia de que días pasados se celebró un encuentro entre autoridades del Vaticano y de la Universidad de Al Azhar para tratar, precisamente, de combatir a través de la educación la violencia practicada en nombre de la religión.En medios oficiales se dice que la nueva oleada de terror desencadenada contra los cristianos y acompañada de la divulgación de vídeos amenazantes es la respuesta del yihadismo al intento de repudiar sus actividades contrarias al espíritu de paz del Islam. Y por supuesto, constituye un aviso de que el terror seguirá tras la caída de Mosul.En todo caso, el Gobierno de Al Sisi ya ha dispuesto alojamiento y protección para la minoría cristiana, que también recibe muestras de afecto por parte de la población musulmana, especialmente tras el atentado contra la catedral de San Marcos el pasado diciembre, donde murieron 28 fieles que asistían a misa. Es evidente el propósito de los yihadistas de sembrar el pánico y atentar contra el turismo, que tímidamente empieza a volver a Egipto.