Madrid - Publicado el - Actualizado
1 min lectura
Las elecciones en Ecuador no se han resuelto de modo tan rápido como a Rafael Correa le hubiera gustado. El domingo pasado, tras conocerse los primeros resultados y después del anuncio gubernamental de que el cómputo final se demoraría tres días, las calles se llenaron. El temor a que el fraude triunfase y la sospecha de que la oposición había derrotado al candidato oficial, movilizaron a la oposición. La demanda inmediata fue solicitar una segunda vuelta. Hoy, Rafael Correa ha confirmado que Ecuador irá en abril a esa segunda vuelta.La contienda no es solo entre Moreno y Lasso, sino entre el legado de Correa y un futuro sin Correa. Tan es así que el propio Presidente ha anunciado que si la oposición ganara las elecciones, él regresaría a la política. El personalismo de Correa es más que palmario y sus predicciones fatalistas pueden dar aire a su candidato, pero al final serán los ecuatorianos los que decidan.La normalidad democrática pasa por la alternancia, y sin ésta, el sistema no funciona. Y si la alternancia pasa por un acuerdo entre las fuerzas de oposición que la ciudadanía avala mayoritariamente ¿dónde estaría el problema? En Ecuador, como en el resto del mundo sobran caudillos y faltan políticos.