Madrid - Publicado el - Actualizado
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Hoy es 11 M. Se cumplen 13 años de los atentados en los que fueron asesinadas 191 personas. Aquel zarpazo dejó también miles de heridos y dejó un país dividido como nunca. Más allá de la verdad jurídica, todos los indicios morales apuntan a que el 11 M fuimos víctimas de un atentado preparado por la cúpula de Al Qaeda en represalia por las detenciones de 2001. Recordar nos hace más humanos, mejores ciudadanos. Quien pueda y quiera puede convertir el momento de silencio en una oración para que las víctimas descansen en brazos de ese Padre bueno que hace todas las cosas.La memoria de 11-M es también una ocasión para la humildad ciudadana. El mal sembrado por los terroristas se expandió como una onda que lo invadió todo. Al atentado siguieron meses de furia en los que nos echamos la culpa mutuamente de demasiadas cosas. La memoria de aquellos días fatídicos es una invitación a ser más humildes y más respetuosos en nuestra convivencia. Hay momentos en los que hasta lo más evidente se nubla: entonces se nubló la evidencia de que los únicos responsables del mal causado fueron los terroristas.La vida en común necesita ser cuidada y cultivada. El 11 M quedará siempre como un recuerdo muy doloroso. Como el aviso de que lo que nos une y nos permite vivir juntos es frágil. La división es uno de los efectos del terrorismo en general, y del yihadismo en particular. Y su amenaza sigue presente.