Madrid - Publicado el - Actualizado
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La liberación de los tres periodistas españoles secuestrados en Siria durante 10 meses por Al Nusra, la filial de Al Qaeda en ese país, es una gran noticia. Tiempo habrá para que, ya fuera del foco que necesariamente apabulla en estos primeros momentos, los propios implicados nos cuenten más cosas de cómo ha sido el secuestro y la liberación. Ahora es el momento de felicitarnos, y también para recordar que además de esta historia con final feliz, quedan muchas otras historias por resolver. Centenares de periodistas de diferentes nacionalidades permanecen aún secuestrados en todo el mundo. Es un momento propicio para reconocer el valor de esta profesión que busca y cuenta la verdad, en ocasiones jugándose literalmente la vida. A veces tienen que suceder hechos como éste para que apreciemos el valor del trabajo anónimo y callado de personas como Antonio, José Manuel y Ángel. En un mundo dividido y polarizado, la comunicación valiente, puesta al servicio de la verdad, puede anunciar y denunciar, tender puentes y favorecer el encuentro, y mantener siempre la luz encendida para que los vertiginosos ciclos informativos y su tiranía no entierren en el olvido un drama vergonzoso que nos interpela a todos, aunque estemos a miles de kilómetros de donde estallan las bombas.