Madrid - Publicado el - Actualizado
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Hace cincuenta años, tras la clausura del Vaticano II, el Papa Pablo VI instituyó la Jornada Mundial de la Paz. El aniversario será celebrado por todo lo alto con un Mensaje que integra y amplía toda la doctrina precedente. Desde que Juan XXIII escribiera Pacem in Terris y clamara en favor de la constitución de un orden mundial de relaciones pacíficas entre los hombres y los pueblos, la Santa Sede no ha hecho más que implicarse y favorecer la consecución de un orden pacífico edificado a partir de la justicia y el perdón. Aunque algunas, o muchas veces, lo hayamos olvidado, solo el uso de medios lícitos puede construir una paz duradera.Por eso, Francisco ha apelado a la no violencia como el modo propio de un cristiano a la hora de actuar en política. Medio malos no conducen a fines buenos. Esto es algo clave en la Doctrina Social de la Iglesia. Y mucho más desde que la capacidad de destrucción de que dispone buen número de países es total. No se trata de ceder a la violencia o de inhibirse ante el ejercicio de la legítima defensa. Se trata de comprometerse desde una cultura de la no violencia en los fines, pero también en los medios. El maquiavelismo no es cristiano, del mismo modo que la no violencia no es ingenuidad. La apuesta es por un orden pacífico, justo y verdadero. La inteligencia de la Fe ofrece sobradas lecciones de la eficacia de una mentalidad decidida, comprometida, constructiva y creadora.