A las primeras alpinistas madrileñas se les arrestaba por inmorales al ir en pantalones
Las mujeres se han hecho un hueco en un deporte dominado por hombres quienes, a principios de siglo, creían que las mujeres no eran aptas para escalar .
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La historia del alpinismo femenino se remonta a 1808, año en el que la francesa Marie Paradis se convierte en la primera mujer en escalar la montaña más alta de Europa, el Montblanc. Cincuenta años después, se fundó en Londres el primer club alpino del mundo que no admitía miembros femeninos, argumentando que presentaban deficiencias físicas y morales para practicar alpinismo. Por eso, en 1908, un grupo de mujeres que escalaba en los Alpes decidieron reunirse y formar su propio club.
Las primeras alpinistas escalaban vestidas con falda porque no les estaba permitido utilizar pantalones. De hecho, en declaraciones a Cope, Helena Cornic, vocal de Mujer y Montaña de la Federación Madrileña de Montañismo, nos recuerda como una de las primeras montañeras madrileñas “fue arrestada en Miraflores de la Sierra por inmoral al ir con pantalones para hacer una escalada”.
Hoy en día, escuchar nombres femeninos en actividades relacionadas con la montaña es algo habitual. En nuestro país destacan, por ejemplo, Edurne Pasaban, Mónica Verge o Magda Nos. “Poco a poco, cada vez hay más mujeres en la esfera profesional y haciendo de guías y entrenadoras”, confiesa Cornic. En términos de aficionados, las cifran rondan prácticamente la paridad, “lo que hace falta es que las mujeres vean en la montaña una profesión. Guías de alta montaña en España sólo hay tres, y ése es un número muy bajo todavía”, asegura. Y eso que, por su experiencia, defiende que “en resistencia no estamos tan lejos de los hombres, todo es entrenar y prepararse”.
Helena empezó su aventura montañera “ya tarde”. Con 16 solía subir a andar al monte pero “hasta los 25 años no me apunté a un curso de escalada y me encantó”. Lo que más le fascina es “la escalada de grandes paredes” y aunque no lo practica todo lo que le desearía, tiene “la suerte de vivir muy cerca de la sierra de Madrid”. Una sierra “llena de lugares únicos como la Pedriza o la sierra de Guadarrama, que tiene muchos picos y mucha variedad. Los madrileños tenemos mucha suerte de tenerla tan cerca”, confiesa.