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Clara Grima: Los algoritmos son todos buenos; buenas o malas son las personas
Alfredo Valenzuela
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Alfredo Valenzuela
La matemática Clara Grima (Sevilla, 1971) muestra una simpatía arrolladora que es compatible con su pasión por las matemáticas: "Los algoritmos son todos buenos; las buenas o malas son las personas y el uso que hacen de ellos", ha dicho a Efe.
"Son una maravilla, el algoritmo de Google es una maravilla, una obra de arte, algo que nos ha cambiado la vida", ha señalado esta profesora de La Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática de la Universidad de Sevilla que ocupa el número 12 de la lista de los 22 españoles que, según Forbes, serán más influyentes este año en España.
La selección de Forbes, para ella, "ha sido una sorpresa muy agradable; que una señora de cincuenta años se cuele en esa lista cuando lo único que hace es hablar de matemáticas ha sido una alegría; después de la alegría he sufrido el síndrome de la impostura porque yo no soy influyente y no sé qué esperan que haga ahora; y el tercer tiempo ha sido el de la responsabilidad, más que divulgar las matemáticas me he propuesto popularizarlas".
Figurar en la lista de Forbes también le ha servido, comenta entre risas, para que sus hijos, de 18 y 19 años, le gasten bromas con su capacidad de influencia en la marcha del país, y para que sus alumnos la reciban "con genuflexión".
"Las matemáticas son muy bonitas, porque lo son; la gente confunde las matemáticas con hacer cuentas, y es que hacer cuentas sí que es aburrido y me aburre hasta a mí, pero las matemáticas son pensar, discurrir y jugar a detectives", ha dicho en consonancia con lo que dice a alumnos de Primaria y Secundaria en las charlas que da por colegios e institutos, gratuitas siempre que se trate de centros públicos y hasta 150 en un solo año.
Clara Grima es una acérrima defensora de la enseñanza pública -suele recordar que pudo estudiar gracias a becas-, y ha mostrado su convencimiento de que el mejor sistema educativo sería un único sistema público para todo el mundo.
"Cuando se entiende la filosofía que hay en las matemáticas todo el mundo sonríe", ha dicho sobre una disciplina que, en su opinión, "debería estar dentro de las Humanidades" y de la que ha asegurado que su rechazo "es algo cultural, algo que ya se trae de casa", y algo más propio de la cultura occidental que de la oriental, puesto que en países como Japón y Singapur las matemáticas no tienen ese estigma.
Grima ha recordado que en un viaje que hizo a Japón comprobó que las pantallas de vídeo de un tren de alta velocidad, en vez de películas, ofrecían sencillos problemas matemáticos que el común de los pasajeros se entretenía en hacer, y ha señalado que "hay que romper la barrera" que provoca que se produzcan estudios tan reveladores como el efectuado con escáner cerebral a estudiantes que, cuando se les habla de matemáticas, muestra cómo se activan las zonas del cerebro correspondientes al miedo.
En su cruzada en favor de las matemáticas, Clara Grima acaba de publicar "En busca del grafo perdido" (Ariel), sobre las aplicaciones prácticas de los grafos o dibujos sencillos realizados a través de puntos y rayas que se unen entre sí.
Ella define los grafos como "objetos matemáticos fascinantes, con muchas aplicaciones sorprendentes que sirven para analizar las redes sociales, pare detectar 'influencers', para diseñar una liga de fútbol o para organizar un banquete de boda" y "hacerlo siempre de forma más eficiente y divertida".
Al igual que ha hecho con el título de su libro, Grima le ha puesto a cada uno de sus 23 capítulos el título de una película, ha asegurado que para aprender sobre grafos no se precisa ningún conocimiento matemático previo, tan sólo "curiosidad y cariño", y ha añadido que estas herramientas matemáticas pueden deparar sorpresas por su "potencial impresionante para resolver conflictos cotidianos".