'Enamorados hasta la médula'

Paco Ráez: "Podía curarse de la leucemia pero ¿del miedo?"

Paco Ráez nos abre las puertas de su casa. Una casa muy vivida que está reformando poco a poco porque "son muchos recuerdos". 

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Virginia Areños

Publicado el - Actualizado

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La rodilla. La rodilla y la sangre. La rodilla, la sangre y el deporte. La rodilla, la sangre, el deporte y la habitación 610. Los cuatro, fueron la salvación de Pablo Ráez y también su calvario.

"No sé cuando me voy a morir pero, si voy a estar preocupado una semana antes de morirme, cuando me muera me va a dar un coraje de no disfrutar la semana que he tenido, que no me voy a morir tranquilo". Paco nos desvela, detrás de una risa contenida, la declaración de intenciones de su hijo. Y acto seguido asegura "murió muy en paz".

¿Leucemia? Si vengo del gimnasio de levantar 120 kilos. ¿Leucemia? Si yo soy inmortal

El joven marbellí, que fue un trasto de pequeño, estudió en el Colegio La Latina de Marbella. A Paco no se le olvidan las travesuras de Pablo: "Cuando se les colaba el balón por algún sitio, él se quitaba los zapatos para lanzarlos e intentar que el balón cayera al suelo. Al final, embarcaba los zapatos en el árbol. Muchas veces lo veías ahí subido, por fuera de una tercera planta, cogiendo el balón y también sus zapatos ¿Cómo ibas a reñirle si todavía tenía que bajar?". Anécdotas aparte, con las que a Paco se le ilumina la cara, lo que le llena de orgullo es que Pablo "fue un niño muy querido, lleno de fortuna. Él, además, siempre se movía por el corazón".

Lo que le ocurrió con 12 años marcó el resto de su vida. Se lesionó la rodilla en una atracción de feria: "Fue un golpe en la 'Cacerola loca'. Se veía la fractura pero los médicos decidieron esperar porque era muy pequeño para operarle y podía afectarle al crecimiento", nos cuenta su padre. La rodilla.

El alumno más brillante en deporte de su promoción tenía cinturón azul de kárate, también jugaba a baloncesto, después waterpolo, hockey sobre patines, voleibol "es que destacaba en todo, todo se le daba bien". El chico era autodidacta, según su padre "se ponía youtube y empezaba a copiar movimientos de Michaal Jordanél no atendía al profesor, él iba directamente a la fuente", Paco sigue sonriendo. Precisamente, un gran póster de Jordan cubre una de las paredes del guerrerro número 1.

Paco engrandece cuando menciona a su hijo y, aunque su mirada es triste, sus ojos expresan tanto que parece que quiere hablar con ellos también: "Los momentos malos vienen y van, pero el dolor no desaparece, no ha bajado de intensidad". Su razón para sonreir "cuando estoy contento, que hago el esfuerzo, noto la presencia de Pablo. Cada vez que consigo estar bien digo, ¡anda mi Pablo! y estamos más cerca".

Soy el padre más orgullo del mundo pero nadie se cambiaría por mi

Este padre, cuando se cumple un año del fallecimiento de su hijo, también se siente afortunado: "Si la gente lo ha querido sin conocerlo, los que hemos tenido la oportunidad de estar con él... somos muy afortunados. Todo este año he recibido numerosas muestras de cariño hacia Pablo. Gente haciendo cola para darme un abrazo porque sentía la muerte de mi hijo. ¡He consolado a mucha gente por la muerte de mi hijo! Es tan bonito que solo puedo dar las gracias".

Paco Ráez en su casa de Málaga

Fue cuando cumplió 18 años. En ese momento decidieron que ya era hora de que Pablo se operara la rodilla. Fueron al médico, le hicieron análisis... y le dijeron que tenía leucemia. "Mi hijo dijo ¿leucemia? Si vengo del gimnasio de estar levantando 120 kilos, ¿leucemia? ¡Si soy inmortal! 

La rodilla y la sangre. "Vienes a casa impactado" relata Paco "miras en internet, ves que hay un tanto por ciento muy alto de gente que se recupera. Pero leucemia... suena muy lejano y de buenas a primeras la tienes encima".

"Papá se acabó la niñez", eso es lo que Pablo le dijo a su padre nada más entrar en la habitación 610 del Hospital Carlos Haya de Málaga. 

Paco fue su donante: "Un padre siempre va a tener un 50% de afinidad que es lo mínimo para poder hacer un trasplante. Y fue muy bien". Vuelve a reir para contarnos "lo divertido que fue estar en la habitación de al lado de Pablo. Fue como que estuviéramos viviendo allí ese día. Al día siguiente ya le pusieron la médula" La rodilla, la sangre y la habitación 610.

Se marchó a Londres una temporada, allí se le desplazó el hueso de la rodilla y volvió a Málaga para operarse "él quería matar en la canasta". Se operó y cuando se preparaba para participar en los juegos de trasplantados recayó. Una vez más la rodilla, la sangre y el deporte.

Fue un momento muy duro. Paco recuerda la primera frase de su hijo cuando apareció la segunda donante: "La hemos cagado. La primera vez, él pensaba que se curaba y estaba pletórico. Pero ahora estaba muy débil. En este trasplante su conflicto principal fue ¿quién me libera del miedo? Pasó muchisimo miedo. Sus últimos tres meses los pasó en un estado de dolor... pero tambien de calma y tranquilidad. Fue un maestro para mi".

"Mi hijo tuvo la fortuna de encontrar a Andrea. Ella fue un ángel que apareció en su vida en esta segunda fase. Una bendición" nos revela un Paco agradecido "la planta sexta del Carlos Haya sigue llena de jóvenes, unos saldrán y otros no. Hay accidentes de tráfico mortales... Y hablas de Pablo y todo el mundo se llena de amor, dices Pablo Ráez y es como 'ohhh'. Todo el mundo hubiera querido que terminara de otra manera. Si terminó así es que era como tenia que terminar. Y es muy bonito. Todo el mundo sabe quien es Pablo Ráez".

Paco se siente "el padre más orgulloso del mundo pero sé que nadie se cambiaría por mi. ¡El precio es tan alto!... pero aunque el precio sea tan alto, que nadie lo pagaría, tampoco voy a renunciar a la satisfacción que siento por mi hijo y a la gratitud"

Es consciente de que "no nos podemos salvar todos, de hecho todos nos vamos a morir (se ríe) y Pablo nunca quiso eludir la realidad. Es una batalla muy dura porque el cuerpo no puede seguir y tu mente consciente no quiere morirse".

Nostálgico y sin dejar de sonreir cuenta con gran sentimiento los buenos momentos que han pasado juntos "He tenido la suerte de estar mucho con él. Todas las mañanas le llevaba al colegio. Me encantaba verlo entrenar, pero a él no le gustaba que fuera y pasaba algo muy gracisoso, era un juego entre los dos: él me buscaba y yo me escondía para que no me viera"

"Mi hijo quería ser un referente de compromiso con la sociedad. Quería que la gente se comprometiera. Me comprometo con mi sangre"

La rodilla, la sangre, el deporte, la habitación 610 y el amor incondicional de su familia, amigos y de su ángel, Andrea.

Herrera en COPE

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