¿Snack "saludable"? Este es el detalle en el que debes fijarte para saber si ese producto que vas a comprar es realmente sano
Vas al súper buscando un snack “saludable” y vuelves con una bomba de azúcares y aditivos. Descubre cómo detectar a simple vista los falsos saludables

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Todos hemos ido al supermercado alguna vez y hemos visto una bolsa con frutas dibujadas o con colores verdes e incluso con las palabras mágicas "natural", "light", o "fuente de fibra" y piensas "esto seguro que es mejor que unas patatas fritas o unas galletas".
Lo metes al carrito con la fe y la conciencia de que es un producto sano y en realidad sin darte cuenta acabas comprando un producto que tiene más azúcar que un refresco o más sal que las míticas patatas "a punto de sal".
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La realidad es que en el mundo de la alimentación el envoltorio puede engañar igual que el filtro de una influencer en redes sociales. No todo lo que se vende como "healthy" lo es. Muchas veces el secreto está en leer la letra pequeña del paquete.
En los últimos años, la industria alimentaria ha perfeccionado la manera de vender productos como si fueran más sanos de lo que son. Imágenes de frutas y verduras, el uso de palabras "ECO" y claims como "100% natural" o "sin azúcares añadidos". Todo es parte de una estrategia que apela a nuestra intención de comer mejor y estar más fit.
La realidad que ocultan esos mensajes
- Alto contenido en azúcares libres (jarabes, concentrados de frutas, miel añadida).
- Uso de grasas refinadas o aceites de baja calidad.
- Presencia de aditivos, colorantes y saborizantes artificiales.
- Procesos industriales que reducen drásticamente el valor nutricional.
En otras palabras, que lleve fruta no significa que sea igual de sano que comerla directamente del árbol.
Procesado bueno vs ultraprocesado
No todos los alimentos procesados son malos. Congelar verduras, conservar legumbres cocidas o pasteurizar leche son procesados que ayudan a conservar los nutrientes y la seguridad del alimento. El problema está en los ultraprocesados porque al final son mezclas industriales de ingredientes refinados, aditivos y potenciadores de sabor que hacen perder el valor nutricional original del alimento.
La clave está en identificar si el snack que tienes delante proviene de un alimento real y conserva sus propiedades, o si es simplemente es una combinación de polvos, azúcares y aromas que se disfraza como “saludable”.

Los pinchos de un bar
¿Cómo no caer en el falso saludable?
- Lee los ingredientes, no solo la tabla nutricional. Si los primeros en la lista son azúcares, harinas refinadas o aceites vegetales de baja calidad, mala señal.
- Desconfía de las promesas vagas: “natural”, “casero”, “artesanal” o “sin azúcares añadidos” no garantizan que sea sano.
- Vigila el procesado del alimento: cuanto más se parezca el snack al alimento original, mejor. Una manzana deshidratada sin aditivos, sí; unas “chips de manzana” fritas en aceite de palma, no.
Uno de los engaños más comunes es el "etiquetado limpio", que consiste en ofrecer un listado de ingredientes que suenan más amigables, pero se sustituyen "azúcares" y "aditivos" por alternativas que parecen más naturales como "jarabe de agave" en lugar de azúcar blanco, o "extracto de fruta" en vez de edulcorante artificial.
Comer real… y disfrutarlo
El movimiento conocido como "realfooding" ha puesto el foco en volver a los alimentos de verdad. Frutas, verduras, frutos secos, legumbres, carnes y pescados sin aditivos. Esto no significa renunciar a los snacks, sino elegirlo bien e incluso cocinarlos.
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Opta por frutas frescas, los granos de maíz y hacer las palomitas artesanalmente, frutos secos naturales, cocina "chips" de verduras deshidratadas o directamente patatas o si no directamente al buen jamón, ese nunca falla.
Como recomendación evita lo máximo posible los alimentos y bebidas con azúcares y sal, pero también permítete el lujo al menos un día a la semana o al mes de "comida trampa" como por ejemplo una hamburguesa bien grande, patatas fritas, un refresco y unas alitas con salsa barbacoa.