La deserción de Muhammad Alí con la guerra de Vietnam: así se jugó una carrera de leyenda por sus ideas
El boxeador más famoso de todos los tiempos se pasó más de tres años y medio en el dique seco por la objeción de conciencia que siempre mantuvo con respecto a este conflicto bélico
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Muhammad Alí es reconocido a nivel mundial como el mejor boxeador de todos los tiempos. Sin embargo, su habilidad pugilística no era la única que destacaba en él. La locuacidad que también ostentaba el hombre antes conocido como Cassius Clay le hizo ganarse una fama de bocazas bien merecida. Fueron precisamente sus opiniones siempre esgrimidas sin tapujos las que convirtieron a Alí en uno de los deportistas más dados al activismo de la historia. Con un episodio con tintes políticos especialmente célebre en su caso: la objeción de conciencia con la guerra de Vietnam.
La polémica estalló en 1966, cuando Alí fue convocado por el Ejército estadounidense para participar en uno de los conflictos bélicos que marcaron el siglo XX. Sin embargo, el boxeador decidió no responder a la llamada de su país por motivos religiosos, en los que basó su objeción de conciencia. “No tengo problemas con los vietcong. Ningún vietcong me ha llamado nigger”, llegó a declarar.
Años atrás, Alí, todavía Cassius Clay, inició su relación con el activismo afroamericano vinculado al Islam. Lo hizo a raíz de su amistad con Malcolm X, que quedó plasmada con el apoyo del segundo al asistir al combate en el que Clay logró su primer título mundial. Fue entonces cuando su faceta de charlatán empezó a tener más empaque en lo referente a la cuestión afroamericana.
Después, Alí alcanzaría buena sintonía con Martin Luther King. Aunque el púgil casaba más con el estilo polémico y a veces incluso agresivo de Malcolm X y la Nación del Islam, acabó por entenderse también con el pastor de Atlanta. Tanto es así que King apoyó con decisión a Alí en su negativa a combatir en Vietnam.
“No importa lo que piense de la religión del señor Muhammad Alí. Ciertamente, debemos admirar su coraje. Todos somos negros, marrones, pobres y víctimas del mismo sistema de opresión”, reconoció King. De ahí que ambos personajes históricos se reuniesen en 1967 para abordar la lucha contra el racismo que tanto les preocupaba.
A pesar de todo, Alí no tuvo más remedio que acudir a un centro de entrenamiento militar de Houston el 28 de abril del 67. Había intentado eludirlo por todos los medios, pero se vio obligado a presentarse allí. Lo cual no significa que se alistase. Todo lo contrario: volvió a negarse a hacerlo, sin responder a ninguno de sus dos nombres conocidos y negándose a hablar con los oficiales que le interpelaron.
Tal actitud llevó al Estado de Nueva York a arrebatarle su título mundial y la licencia de boxeador. Además, Alí fue condenado a cinco años de prisión y 10.000 dólares de multa. Ya que no pudo combatir durante más de tres años y medio (en el mejor momento de su carrera), se dedicó a criticar la guerra de Vietnam en la que se negó a participar a partir de conferencias que protagonizaba en las universidades norteamericanas.
No fue hasta abril de 1971 cuando la Corte Suprema falló a favor del boxeador por excelencia, quedando sin validez su sentencia de cárcel. Así terminó un episodio de la vida de Muhammad Alí tan célebre como los combates que le convirtieron en todo un mito del deporte y de la cultura popular a nivel mundial.