Así afecta a la economía la ausencia de precipitaciones

Territorios del Sureste y centro Peninsular han visto lastrado su desarrollo

Así afecta a la economía la ausencia de precipitaciones

José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

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El cambio climático avanza, y en España se palpa a simple vista. Basta con ver los largos periodos de sequía que hemos vivido en las últimas décadas, o veranos que, respecto a la década de los ochenta, dura casi un mes más de media. La combinación de ambos elementos hace que las reservas de agua tiendan a descender a mayor velocidad. La media de agua embalsada en los pantanos de nuestro país se sitúa al 58% de su capacidad total a fecha del 17 de junio de 2019. En comparación con el mismo periodo del año pasado, las reservas se han reducido en más de un 14%. Lo más preocupante es que la reserva media en la última década a mediados del mes de junio es del 72%.

El reparto del agua en nuestro territorio es muy desigual. Por ello, las organizaciones ecologistas y buena parte de la sociedad solicitan a las administraciones públicas un giro en la política hidrológica. El sureste español está en riesgo de desertificación. Según el informe Evaluación y seguimiento de la desertificación en España, Mapa de la Condición de la Tierra 2000-2010, en España hay casi un 74% de territorio susceptible a la desertificación, siendo el semiárido el tipo más predominante.

Como hemos comentado, el sureste está especialmente castigado. Castilla-La Mancha, Murcia, Comunidad Valenciana y el Este de Andalucía son los principales afectados. Entre estos territorios, se ha generado durante la Democracia un enfrentamiento, conocida como la batalla del agua.

La fuente de discordia es el trasvase Tajo-Segura. Castilla-La Mancha y Murcia unidas por una tubería. Los municipios del entorno de la cabecera del Tajo, Entrepeñas y Buendía, en la provincia de Guadalajara, denuncian que los sucesivos Gobiernos de España han estado esquilmando el río para favorecer los intereses del Levante español. La capacidad de los embalses de la cabecera apenas supera el 25%, según los datos de la Confederación Hidrográfica del Tajo.

Sus consecuencias las padece José Antonio, que es propietario de una empresa náutica en Sacedón, a los pies de Entrepeñas. Asegura que su negocio siempre ha estado hipotecado a que haya o no agua: Vivimos en una continua ruina. Entre los vecinos del pueblo se palpa la tensión, porque sin agua no tenemos futuro. Mis hijas se han tenido que ir fuera a buscar trabajo.”

Tampoco están las cosas fáciles en el Levante. Felipe tiene una pequeña plantación de cítricos y uva de mesa en la localidad murciana de Totana. La sequía de 2017 y la imposibilidad de que se autorizara un trasvase desde el Tajo, al no superar el caudal mínimo trasvasable, le obligó a abandonar una tercera parte de la plantación para mantener el resto. Aquello le obligó a despedir trabajadores: “Antes contábamos con unos 25 trabajadores, y nos tuvimos que quedar con 17. Yo conozco a mucha gente que se ha arruinado por la falta de agua. Es una ruina”

Y es que en el Levante llueve poco. Y cuando lo hace, a menudo son torrecianles, de manera que no se puede embalsar. Por ello, para Javier, agricultor de hortalizas y arbolado en Elche, “el trasvase es la única fuente de agua que me llega para mantener las plantaciones”.

Si el problema de la falta de agua en el Levante está en el regadío, en la cabecera del Tajo está en la ausencia de turismo y la despoblación. José Antonio afirma que en 40 años el pueblo se ha ido despoblando: “En los inicios del trasvase llegaba cada domingo 40 autocares. Éramos el Benidorm de Madrid y, ahora, estamos solos. Apenas queda agua y no hay industria.”

Otro fenómeno que propicia la falta de recursos hídricos en ambos territorios es el abandono del campo. En Murcia, muchos optaron por trasladarse a Andalucía, a la zona de Almería o El Ejido. Numerosos agricultores se desprendieron del arbolado el pasado año. Meses después, recuerda Javier, “comenzó a llover, aunque para muchos fue demasiado tarde tras once meses de extrema sequía.”

Desde Castilla-La Mancha, la clase política aboga por que el Levante duplique el uso de las desaladoras. Algo a lo que el Gobierno de España se ha comprometido a realizar. Felipe y Javier consideran que la desalación debe servir de complemento pero no como sustituto del trasvase, ya que supondría elevar el precio del agua seis veces más, además de ser incompatible con algunas plantaciones como el cítrico. Para ambos, la solución definitiva pasa por invertir en infraestructuras hidráulicas que interconecten todas las cuencas del país.

Para José Antonio, es la falta de voluntad política la que impide dar solución al problema del agua. “Cuando los políticos visitan la zona, los vecinos nos damos cuenta de que el partido está por medio. El alcalde de Sacedón, por ejemplo, es del PSOE, y está presionando bien al Gobierno de España (ahora del mismo partido), pero me consta que las presiones de los de arriba le impiden ir más allá”.

De cara al futuro, José Antonio es pesimista. “Pese a que haya llovido en el Levante este otoño, se ha seguido derivando agua. La caducidad del trasvase lo veo lejos, porque ni siquiera se ha amortizado aún la infraestructura después de 40 años. Iremos a peor.”

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