Cuando el tiempo no cierra heridas: 60 años del misterio del 'Saint Patrick'

Las familias de los desaparecidos buscan respuestas seis décadas después del hundimiento

El Saint Patrick navegando
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Familiares del Saint Patick comparten sus recuerdos

Susana Marqués Iruarrizaga

Vitoria - Publicado el

4 min lectura

El 17 de diciembre de 1964, hace ahora 60 años, el Saint Patrick, un barco carguero con 32 hombres de tripulación, casi todos ellos bizkainos, se iba a pique en las islas Aleutianas, una cadena de más de 300 pequeñas islas situadas al sur de Alaska. 

Perecieron todos y solo se recuperó un cuerpo, el del radiotelegrafista Antonio Herrero, que se encuentra enterrado en Anchorage, la capital de Alaska.

El misterio continúa

Lo que ocurrió aquel día sigue envuelto, seis décadas después, en la niebla y las dudas. Saint Patrick era un petrolero transformado en buque de carga y construido en tiempo récord. Cuando naufragó, el mundo estaba sumido en plena guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. La búsqueda de los desaparecidos nunca convenció a las familias. Apenas se sabe que un fallo en el generador dejó al barco sin motor, lo que unido a un temporal violentísimo, lanzó al Saint Patrick contra las rocas.

Lo que se conoce de aquella tragedia es la transcripción del intercambio de mensajes por radio con el barco japonés 'Tensuho Maru', que se encontraba a unas horas del lugar y acudió sin éxito en su ayuda. «Solo con helicópteros es posible el salvamento. Por favor, llamen helicópteros necesarios. No es posible permanecer en el barco bajo las actuales condiciones. SOS. SOS. SOS», fue la última comunicación del 'Saint Patrick'.

La tragedia ha marcado la vida de las familias que todavía hoy siguen sin poder pasar página.

las familias, sin pasar página

Otra imagen del barco

Otra imagen del barco

Dos familiares de víctimas han compartido hoy con COPE Euskadi sus recuerdos: Juanjo Gámiz, sobrino del electricista del barco, Pedro Gámiz y Alfredo, sobrino de otro d ellos marineros, Alfredo Burgos, a cuyo recuerdo debe su nombre.

Desde el comienzo, las familias de aquellos 32 marineros se sintieron abandonadas. Por muchos esfuerzos que hicieron: diplomáticos, legales...no consiguieron que nadie volviera al barco ni que se buscaran los cuerpos. Ahora, Alfredo confiesa que su “ilusión” es poder acercarse allí algún día para “depositar un ramo de flores y cerrar el círculo de esa manera”.

“Mi ilusión es poder ir allí algún día para depositar un ramo de flores y cerrar el círculo de esa manera”.

Alfredo, sobrino del marinero fallecido Alfredo Burgos

Alfredo cuenta que conoce todo lo que pasó por voz de su ama. “Mi amama tenía una carnicería en la parte vieja de Portugalete. Se enteró de lo ocurrido una semana después a través de una clienta que le enseñó un periódico”. Tras esa tragedia, nos dice, que las navidades “no se celebraban” en su casa.

Ahora, al cumplirse el sesenta aniversario de la tragedia, Alfredo hace una petición a los gobiernos central y vasco para que hagan “memoria” y trabajen “en la mirada hacia atrás para hacer justicia con las familias de quienes allí viajaban”.

Juanjo rememora que tenía 4 años cuando todo ocurrió y afirma que había un “ambiente extraño” en su casa. “Mi abuela se vistió de negro y siguió con el luto hasta que murió, en el año 95”

"Cuando murió mi tío, mi abuela se vistió de negro y así se quedó hasta que murió en 1995"

Juanjo Gámiz, sobrino de Pedro Gámiz


Su tío era soltero, pero las familias de otros tripulantes del barco, que sí tenían hijos, se encontraron con el problema añadido de que, al no aparecer los cuerpos, no se podía dar oficialmente por muertos y, por lo tanto, no tenían derecho a ningún tipo de pensión. “No se los reconocieron hasta 9 años después” por lo hubo gente que “tuvo que pedir auxilio social”. Y sugiere que “quizá la carga del barco no era la declarada” por lo que pudo existir interés de las autoridades en que nadie fuera para que “no saliera a la luz” y todo quedara “sepultado con el barco”. “Vete a saber lo que llevaba”, concluye.

Tampoco hubo responsabilidad ninguna de los armadores. Aquel suceso ha marcado sus vidas porque el no saber es, a veces, mucho más duro que las certezas.

La lista de embarcados

Julián Díaz Marcuartu, de Arrigorriaga, capitán, 34 años; Pedro Beaskoetxea Gorordo Oficial, 40 años; Alfredo Burgos Gastón Tercer oficial, 23 años; Jesús María de la Torre Ruiz de Azúa Jefe de máquinas, 31 años; José Manuel Alvarez Iriondo Jefe de máquinas, 33 años; Juan Manuel Gordo de los Llanos Primer oficial de máquinas, 36 años; Federico Escobedo Ríos; Julián Alberdi Gardiazabal 40 años; Ramón Romero Cubina; Juan Bello Seco; Pedro María Gámiz Frade Electricista, 28 años; José Ángel Tejada Larrea 31 años; Francisco Martín Rodríguez 37 años; Ricardo Alzaga Varela; Antonio Herrero Monsalve Cuerpo recuperado, radiotelegrafista; Juan Antonio Manterola Rekagorri; Juan Rodríguez Caamaño; Antonio Julio Vilariño; Carlos Vázquez López; Jesús Villabertia Libano; Fidel Escandón Araujo; Santiago Tellechea Astienza; Manuel Pais García; Manuel Lado Beiro; Graciano Gutiérrez Celis; Manuel Lago Olivera; José Manuel Arzá Bastineza; Francisco Erauzquin Elexpe; Víctor Manuel Sestayo Santiagos; Jaime Barturen Gaubeka, y Cesáreo Martija Uriarte.

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