La universidad se convierte en refugio de muchos abuelos para huir de la soledad y seguir aprendiendo

La jubilación es periodo de descanso para mucho de nuestros mayores, tiempo para disfrutar de los nietos y poder realizar esos sueños o viajes que durante muchos años han deseado. Pero existe un porcentaje de jubilados que deciden aprovechar parte de este tiempo en seguir formándose, aún más. Es el caso de los abuelos que se convierten en alumnos universitarios, una nueva generación que no se identifica en nada con su nuevo rol y quiere apostar por el futuro y, en algunas ocasiones, realizar los estudios con los que soñaban cuando eran jóvenes.

Deciden cómo envejecer ya que, en la mayoría de los casos, gozan de una buena estabilidad económica. Son personas que odian perder el tiempo y que quieren disfrutar de nuevas experiencias, por ello, viajan, hacen deporte, están atentos a las últimas novedades tecnológicas y cogen apuntes en las aulas universitarias, porque lo principal que quieren es seguir aprendiendo.

En los últimos años la presencia de mayores de 65 años en las universidades ha aumentado de forma notable. Ir a la universidad significa mucho para ellos y una forma de mantenerse en contacto con la actualidad, con la juventud y también huir de la soledad. Las carreras que presentan un mayor número de matriculados con estas características son Humanidades, Historia, Filosofía o Artes, esto se produce porque muchas veces estas carreras son asignaturas pendientes de por vida.

Uno de los casos más llamativo fue el de Miguel Castillo, un notario jubilado de Valencia que con 80 años se marchó de Erasmus a Verona y explicó su experiencia en 'Mediodía COPE': “Me lo tomé como una aventura y ha sido satisfactoria”. Desde febrero hasta junio estudió en la ciudad italiana, donde se sentaba en primera fila y preguntaba todas sus dudas a los profesores, que se quedaban sorprendidos con la actitud y el esfuerzo de Miguel.