Las consecuencias del encarecimiento de los productos: más pobres, peor alimentados

Los organismos oficiales insisten en que esta situación es coyuntural, pero expertos advierten de que hay factores que se pueden convertir en estructurales

Más pobres, peor alimentados

Sefi García

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Evitar pagar los productos que más se han encarecido se ha convertido en una meta para los consumidores españoles que han visto cómo los precios no han parado de subir desde el verano pasado. De hecho y según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, hemos reducido un 5,5 por ciento nuestras compras alimentarias que pagamos eso sí, de media, un 1,4 por ciento más caras. Otro frente es el de la electricidad y los carburantes los que más se han disparado y en los que ahorrar es incluso más difícil.

Los datos

El dato es un elemento frío a la hora de cuantificar el alcance de una situación. Es cierto. Pero en ocasiones merece la pena enfangarse para poner el foco en la dimensión de lo que estamos padeciendo con las reiteradas subidas de productos de consumo diario y sus consecuencias. Pongamos atención por ejemplo la última estadística que ha publicado el ministerio de agricultura con respecto a la cesta de la compra, a los productos de los que nos alimentamos. Es la de noviembre del año pasado: El consumo de carne, descendió un 8,4% , en especial la carne fresca, que cayó un 10,5%. La de conejo y ovino casi un 16%. ¿Con qué nos hemos quedado? Con la de pollo y cerdo, que no acusaron la disminución de consumo (6.2%, y, atención con las carnes procesadas, que solo disminuyeron su venta en un 3,3%.

Con respecto al pescado, también por las nubes, su consumo ha caído un 16,5%, a favor de las conservas de pescados y moluscos que mantienen su tendencia. Patatas, tomates, cebollas y col, hortalizas, desaparecen de la cesta de la compra igual que huevos, mandarinas, naranja pera…todos estos productos han caído por encima del 10% .

El resultado

En definitiva, nuestra cesta de la compra en noviembre se cargaba con procesados de carne y carne congelada, algo de cerdo, conservas de pescado y moluscos, mucha legumbre, algo de pan, algo de aceite de oliva, melocotones y albaricoques, y leche. Es una foto fija pero no muy diferente a la que podemos encontrarnos hoy, especialmente en comunidades como, Castilla la Mancha, Castilla y León, Aragón y Extremadura, donde la subida de la vida se situó por encima del 7% el año pasado. En los últimos 12 meses, los alimentos y las bebidas no alcohólicas han subido de media un 4,8%, entre el 30% de incremento de precio del aceite de oliva, y el 6,6% del pan la leche y los huevos. A esto hay que sumarle el 11,3% de subida del transporte público y el disparatado incremento de las energías: un 46% la electricidad, un 25% el diesel y un 23% la gasolina.

Las grandes beneficiarias de esta debacle alimentaria son las marcas blancas: son el 55,4% de la cesta de la compra según el análisis de la consultora IRI.

Los efectos

Así las cosas, el efecto de la subida de los precios tiene en nuestra vida dos efectos: por un lado, hay productos que se han eliminado de nuestra dieta, sobre todo la carne y el pescado

fresco, las frutas y hortalizas y el vino, y por otro, la disminución del ahorro de las familias. Nos lo recordaba Raquel, con una familia de 4 miembros. En su hogar se hace la compra grande a principios de mes “y luego destinábamos 50 euros semanales para comprar fresco o algo que se nos hubiese olvidado, pero ahora se nos va de presupuesto la compra”.

Antonio asegura que para el ahora mismo es “imprescindible mirar precios, antes no lo hacíamos tan a conciencia, pero tal y como están las cosas, no queda otra. También comprar los productos frescos cada día, para que no se queden en el frigorífico y se estropeen y la comida de aprovechamiento, no tirar las sobras”. Señala que “llevar una lista de la compra es fundamental y probar las marcas blancas, que suelen ser más baratas”.

El futuro

Nos insisten desde todos los organismos oficiales que esta situación es coyuntural, es decir, que los precios bajarán a lo largo de este año. Pero ya hay voces de expertos que advierten: puede que la situación se estabilice pero hay factores que pueden convertir en estructural el problema. Es la tesis del economista Antoni Cunyat, profesor en las universidades de Valencia y Oberta de Cataluña. “Si el conflicto de Ucrania se recrudece, no bajarán los precios de la energía y eso repercutirá en la inflación, y si los salarios suben al mismo nivel, las empresas repercutirán el coste en los productos... es una espiral, es como el juego del pañuelo, cada uno intenta pasarle el muerto al otro”.

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