Padres de acogida de niños ucranianos ante el muro de su escolarización
El problema ha llegado cuando han tratado de escolarizar a todos los niños en el mismo centro que el mayor y se han topado con un no por respuesta de la consejería de Educación
Publicado el - Actualizado
7 min lectura
Hace 10 años que Margarita Pardo y Antonio Merino acogieron en su casa de Plasencia a Maryan Kovba que hoy tiene 17 años. Hace unos días recibieron a otros cinco de sus familiares que han logrado dejar atrás la guerra. Precisamente por esa circunstancia excepcional se les ha permitido entrar en España sin la documentación reglamentaria. El problema ha llegado cuando han tratado de escolarizar a todos los niños en el mismo centro que el mayor y se han topado con un no por respuesta de la consejería de Educación en Extremadura.
Solo el hermano de Maryan de 14 años ha logrado una plaza para secundaria en el colegio concertado Santísima Trinidad en el que Maryan lleva una década estudiando y en el que se ha integrado con éxito. A sus primos que tienen 10 años y 9 años respectivamente, que cursan primaria y, que tampoco hablan ni una palabra de español, les han asignado plaza en otro centro escolar que no tiene bachillerato y en el que por tanto su tío no podrá guiarles ni apoyarles Tienen hasta el próximo 18 de marzo para completar la matrícula en el colegio La Salle de Plasencia o se entenderá que renuncian a esas plazas.
Margarita y Antonio no dan crédito a lo que está sucediendo, van a recurrir la decisión. Sabían que acoger a cuatro familiares de Maryan les iba a acarrear problemas, pero nunca pensaron que la piedra con la que tropezarían sería precisamente la de la educación de los tres niños ucranianos, los primeros que han llegado a Plasencia tras la invasión rusa.
Juntos escaparon hace 12 días del horror y de unas bombas cada día más próximas, juntos vivían en la misma aldea ucraniana de Holovestko, muy cerca de la frontera con Polonia, pero una vez llegados a España lo que la administración en Extremadura les ofrece como solución es separarlos.
“Ya se han separado de su padre, de sus abuelos y de todo lo que conocían. Volverles a separar ahora es un mal chiste, están aún bajo shock, tienen terrores nocturnos y son tímidos e introvertidos como los niños que no vienen de una situación normal”, lamenta Margarita, su madre de acogida ante una decisión que consideran injusta e insensible.
Llevan casi una semana de llamadas y escritos a la comisión de escolarización de Plasencia y a la consejería de Educación para solicitar por activa y por pasiva que todos pudieran estar escolarizados juntos “por motivos humanitarios”, “por sentido común” y lo más importante “por el bien de los niños”. La única posibilidad es el Santísima Trinidad porque es el único centro educativo de Plasencia en el que es posible cursar el bachillerato.
Consideran que la excepción está más que justificada
“Claro que estamos pidiendo una excepción, pero es que vienen de una situación excepcional. Vienen de una guerra y vienen mal y si uno tiene un ataque de ansiedad como ya ha pasado ¿quién le va a ayudar? y ¿cómo lo van a arreglar? A mí eso no me lo han explicado. Es una cuestión de empatía. ¿Es que no están viendo la tele? Pues esa realidad es la que te está llamando por teléfono y te está pidiendo que por favor aumentes la ratio en uno, que quieren y necesitan estar juntos, es que a mí se me escapa como no comprenden que separarlos no es lo mejor para los niños” subraya Margarita en su conversación con COPE.
Maryan, que está en primero de Bachillerato, tampoco tira la toalla: “seguimos esperando poder ir todos juntos al mismo colegio y me preguntan constantemente cuándo van a ir. Sería demasiado cruel para mis primos que les obligaran a ir a otro centro escolar y por eso queremos luchar hasta conseguirlo. Los niños están mal porque han venido de un sitio en guerra, ha dejado todo atrás, duermen mal y pudiendo ir a un centro donde me tienen a mí que les puedo ayudar, porque he vivido el mismo proceso, van y les mandan a otro. No tiene ningún sentido”.
¿Qué alegan los responsables educativos en Extremadura?
Al ofertarles un centro de escolarización diferente al de Maryan a sus dos sobrinos desde la comisión de escolarización de Plasencia les hicieron ver que en quinto y cuarto de Primaria no quedaban plazas en el colegio Santísima Trinidad que es el único que había solicitado la familia de acogida. A continuación, y al no haber elegido ningún otro centro les ofertaron 2 plazas en el colegio La Salle para los pequeños.
Preguntados por COPE por el caso concreto de esta familia y otras que, en el futuro puedan estar en situaciones parecidas, desde la consejería de educación de Extremadura aseguran que “tienen garantizada su escolarización, pero, como marca la normativa, en los centros en los que haya plazas. Los requisitos de escolarización son para todos igual, independientemente de las circunstancias”.
Para la consejera extremeña de Educación, Esther Gutiérrez, “es un mal menor” además de “una buena solución” porque “lo importante es que estén escolarizados”. “Este es nuestro sistema educativo. Hemos tenido mucha sensibilidad” señaló la semana pasada.
Desde su departamento admiten, sin embargo, que cada curso se reservan plazas escolares para atender emergencias sociales como la que está ocasionando la llegada de los refugiados de Ucrania. Extremadura es además la región que menos alumnos tiene de media por aula de toda España: 18 niños en Primaria para un máximo establecido en 25 y 20 alumnos en Secundaria cuando el tope legal es de 30.
¿Y qué dice el Ministerio de Educación?
Aún no se sabe cuántos niños ucranianos van a acoger España, pero no se prevé ningún colapso. Para los que vengan la escolarización es obligatoria igual que los es para cualquier menor en territorio español independientemente de su situación administrativa o legal en nuestro país. Su matriculación debe hacerse en el aula que les corresponda por edad independientemente de su nivel educativo o de idioma. Dos aspectos sobre los que serán evaluados para apoyarles si es necesario profesores de refuerzo.
Quienes como el hermano de Maryan o sus sobrinos no hablan nada de español antes de integrarse en su clase deberán hacer un curso de inmersión en nuestro idioma. Es el protocolo habitual, señalan, para cualquier menor extranjero por lo que no prevén que haga falta uno nuevo.
La situación sí hará necesaria, subrayan, la contratación de profesores de refuerzo, orientadores, psicólogos y auxiliares de traducción que hablen ucraniano. Algo que se financiarán, explican, con el fondo especial para atender a los refugiados pactado en la última conferencia de presidentes este domingo.
Preguntados por COPE sobre la posibilidad de hacer excepciones señalan que se han hecho en otras ocasiones la última por ejemplo tras la llegada en mayo del año pasado para escolarizar a buena parte de los 1.500 menores que llegaron a Ceuta desde Marruecos. Y todo porque según señalan las ratios no son homogéneas en toda España. Hay unos topes que no se deben de sobrepasar, pero en España, explican, estamos por debajo en todas las comunidades autónomas y, por tanto, entendemos que hay margen.
El tema de la acogida y escolarización de estos niños estuvo en la semana pasada en la última conferencia sectorial de educación y es previsible que la ministra de Educación Pilar Alegría y los consejeros regionales de educación vuelvan a abordarlo en futuras reuniones.
A debate las mejores soluciones para los niños de Ucrania
La mejor respuesta para integrar a estos niños está siendo en este momento objeto de debate en la comunidad educativa y no hay una única opinión sobre la fórmula que mejor puede garantizar su inclusión y su integración.
Algunos profesionales consideran que es mejor distribuirlos en el mayor número de aulas posible porque es más fácil integrar a 1 ó 2 chavales que, a un grupo más amplio, pero están evaluando si, por su situación anímica, es más beneficioso no separarlos en exceso y que puedan estar en grupo para mantener sus raíces y su cultura. Es algo que, al final, deberá, resolver cada comunidad autónoma.
Mientras Margarita y Antonio solo piensan y esperan que su caso termine bien y favorezca la integración de los recién llegados. Que la burocracia y la administración rectifiquen, algo posible que, de momento, no ha sucedido. En el colegio de su hijo Maryan nos cuentan les recibirían con los brazos abiertos pero la decisión final no está en sus manos.