¿Sabrías qué hacer si alguien en tu entorno sufre un infarto?
Cada año se producen 30.000 paros cardíacos en España, unos 100 infartos por día y 8 de cada diez casos tienen lugar en casa o en la vía pública.
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Es una situación de emergencia y no es tan rara como puede parecer. Cada año se producen 30.000 paros cardíacos en España, unos 100 infartos por día y 8 de cada diez casos tienen lugar en casa o en la vía pública. Acaba de ocurrir en Madrid donde Manu, un joven socorrista de 19 años ha contribuido a salvar la vida de un conductor de 47 años. Lo logró porque conocía las maniobras de reanimación y porque fue siguiendo las instrucciones que telefónicamente le transmitían miembros del Samur y de Protección Civil.
Y tú, ¿sabrías cómo actuar?
Lo primero que tenemos que intentar es no ponernos nerviosos y observar bien lo que vemos para evaluar la situación. Como explica Esther Gorjón, enfermera de emergencias “Yo voy por la calle y veo que una persona se desploma y lo primero es acercarse y darle unas palmadas para ver si está bien”.
Si no responde a estímulos es cuando debemos pedir ayuda llamando al 112 y muy importante ponerlo en manos libres para seguir sus instrucciones hasta la llegada de ayuda como hizo Manu ya que aunque conozcamos las maniobras nos van a ir guiando paso por paso hasta la llegada de la ambulancia.
Mientras y según explica Gorjón “colocamos a la persona en un lugar seguro sobre su espalda, le abrimos la vía aérea, inclinamos su cabeza suavemente hacia detrás y elevamos su mentón para comprobar si respira normalmente. Si no respira bien ó bien tenemos dudas es cuando debemos iniciar la reanimación cardiopulmonar y enviar a alguien a por un desfibrilador”.
¿En qué consiste la reanimación cardiopulmonar?
Son maniobras que explican muy gráficamente desde el SAMUR “nos pondremos a un ángulo de 90 grados y empezaremos el masaje cardiaco a un ritmo de 100 a 120 compresiones por minuto sin parar hasta que lleguen los servicios de emergencia o el paciente se recupere. Podemos hacerlo si no sabemos bien el ritmo que llevamos con el ritmo de la canción de los Bee Gees “Staying alive” o en el caso del niños con la de Bob Esponja “quien vive en la piña, en el fondo del mar.....”.
Si estás solo únicamente te centras en la reanimación. Para ello hay que ponerse al lado de la víctima y poner el talón de la mano en el centro de su pecho, a la altura del hueso central o esternón, y sobre ella el talón de la otra mano, los entrelazas y con los brazos rectos sobre su pecho en vertical comprimes aproximadamente 5 centímetros.
Cada 30 compresiones, haremos dos ventilaciones lo que se conoce como el “boca a boca”. Para ello hay que soplar en el interior de la boca de la víctima cerrando su nariz. Y todo ello no debe llevarnos más de 10 segundos después de los cuales hay que retomar las maniobras de reanimación.
Pedir a alguien que busque un desfibrilador
Hay que seguir con las maniobras de reanimación o RCP incluso tras la llegada del desfibrilador mientras colocamos los parches sobre el pecho. Después es la máquina la que nos da las instrucciones que se sumarán a las que debiéramos ya estar recibiendo del 112.
Aunque su número va en aumento de forma progresiva, la tasa de desfibriladores es en España cinco veces más baja que en otros países de nuestro entorno como Alemania o Reino Unido. Sin embargo el teléfono de emergencia 112 le es familiar a 8 de cada 10 personas frente al 68 por ciento de sus equivalentes en Europa.
Hay vidas en juego
Debido a la escasa formación de la población en primeros auxilios y según subrayan desde la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias solo el 5 por ciento de quienes sufren una parada en la calle sobrevive.
Y es que en el 75 por ciento de los casos ningún testigo externo interviene y cuando llegan los especialistas es tarde. El tiempo es oro porque cada minuto que retrasamos el inicio del tratamiento las posibilidades de supervivencia disminuyen un 10 por ciento.
Conocer estas maniobras es clave y es posible aprenderlas ya en el colegio. Y es que con una adecuada reanimación podemos duplicar las posibilidades de salvar una vida, hasta en un 70 por ciento de los casos si sabemos usar el desfibrilador.