¿Es Sánchez un 'pato cojo'? Conoce el término que empieza a usarse para referirse al presidente

'Lame duck' es el origen de este término y en Estados Unidos está a la orden del día, a la hora de hablar de muchos políticos; ¿pero qué es lo que define exactamente?

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La política es muy volátil, no nos engañemos. De un día para otro, una persona que ocupa un cargo, puede pasar de estar en lo más alto, a caer al inframundo, a lo más bajo, hasta incluso desaparecer. Se nos ocurren muchos ejemplos en nuestro país, quizá los más recientes sean los más identificativos.

Curiosos han sido las experiencias personales de personas como Albert Rivera que, a raíz de un mal resultado electoral en las elecciones generales de 2019, se vio obligado a dar un paso a un lado, y ver como su partido comenzaba a desintegrarse. Otro de los que tuvo un caso un poco más extremo fue Pablo Iglesias, quien dejó la vicepresidencia del gobierno nacional para presentarse por Unidas Podemos en la Comunidad de Madrid. El resultado, todos lo conocemos, descalabro político y desaparición del panorama electoral. Otro menos.

Por méritos propios, podríamos incluir al antiguo líder del Partido Popular, Pablo Casado, aunque hoy hablaremos de un caso particular, que podría convertirse en un 'pato cojo'. Esa experiencia concreta es la del presidente del gobierno, Pedro Sánchez. Pero, ¿qué es un 'pato cojo'?

En inglés viene de 'lame duck', que en Estados Unidos se emplea para como denominación que se le da a alguien en un cargo electivo a quien se aproxima la fecha en que debe dejarlo, especialmente alguien para quien ya se ha elegido su sucesor. En sentido literal, la expresión hace referencia a un pato que no es capaz de seguir el ritmo de la bandada, y que, por lo tanto, se convierte en blanco de depredadores.

La expresión se suele utilizar en tres aspectos diferentes: el primero de ellos, se debe a haber perdido una propuesta de reelección al cargo de presidente del gobierno. Otro caso puede ser que la persona en cuestión decida no presentarse a elecciones para otro período al finalizar el actual.

También la eliminación de la institución o cargo que ejercía, donde, sin embargo, el funcionario debe continuar hasta el tiempo final acordado o la duración de su mandato. Por último, también contabiliza un hipotético límite legal que le prohíbe al funcionario presentarse para ser elegido nuevamente para su cargo. Los gobernantes pato cojo tienden a ver disminuido su poder político, ya que otros gobernantes que han sido elegidos se sienten menos propensos a cooperar con ellos.

¿Qué pasará con Pedro Sánchez?

Desde luego que el panorama político ha pasado a convertirse en un campo de batalla de lo más hostil, en el que últimamente solo desaparecen campamentos aliados. Para el presidente del gobierno, el primer rejonazo quizá llegó con las elecciones madrileñas y un Ángel Gabilondo que se quedó lejos de causarle un inconveniente a Isabel Díaz Ayuso. A Luis Tudanca no le fue mucho mejor en Castilla y León hace uno meses, y el último toque de atención llegó con las andaluzas, donde Juan Espadas ha conseguido el dudoso mérito de obtener el peor resultado electoral socialista en la comunidad.

La trayectoria de Pedro Sánchez ha estado siempre repleta de altibajos. De él es el mérito de estar completamente fuera del Partido Socialista y conseguir un regreso triunfal que ha sido capaz de llevarlo a lo más alto que puede alcanzar un político en España, la presidencia del Gobierno. Lo que venga ahora es harina de otro costal, pero podemos estar ante el último año de la historia política de Sánchez.

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Con Carlos Herrera

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