Oler o escuchar nuestro pasado es posible gracias a la arqueología experimental: desde el Paleolítico a la Edad Media

En 'Mediodía COPE' te explicamos en qué consiste esta ciencia

Una de las salas de LAEX donde se guardan restos del pasado
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Pilar Abad Queipo

Oler o escuchar nuestro pasado es posible gracias a la arqueología experimental: desde el Paleolítico a la Edad Media

Pilar Abad QueipoGloria López Navas

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¿Te has preguntado alguna vez a qué olía o sonaba nuestro pasado? Aunque nos parezca increíble, a día de hoy es posible oler, escuchar y tocar el pasado más remoto gracias a una disciplina conocida como arqueología experimental en la que España tiene a científicos punteros.

El epicentro de esta ciencia es el Laboratorio de Arqueología Experimental (LAEX) de la Universidad Autónoma de Madrid, con más de 30 años de existencia y bajo la dirección del profesor Javier Baena Preysler.

 Un espacio compuesto por varias salas y un patio donde los investigadores trabajan incansablemente para recrearnos el pasado de todas las maneras posibles y con todos los sentidos. 

Para ello cuentan con un amplio abanico de restos arqueológicos con los que llevan a cabo sus investigaciones: huesos, rocas, astas de venado, astas de venados, tendones, pieles, fibras vegetales e incluso cadáveres de animales (fallecidos y cedidos por los zoológicos).

Para conocer en qué consiste esta disciplina en 'Mediodía COPE' hablamos con la investigadora  del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma, Conchi Torres Navas.

Una investigación que es posible, cuenta Conchi, "gracias a la riqueza que nos aporta el registro arqueológico desde el Paleolítico por el que tenemos documentadas decenas en cuevas, de restos de hogares, fogatas, que además contienen restos de hueso, que nos dicen qué animales comían, qué animales cocinaban".  

"Y todo esto evidentemente producía unos olores característicos en las cuevas en las que habitaban", añade la investigadora.

Además de todos estos restos arqueológiocos también cuentan con "residuos de grasa, resinas, adhesivos que se utilizaban desde el Paleolítico para unir herramientas de piedra a un mango de madera".

Restos arqueológicos que ayudan a este grupo de investigadores de LAEZ "a mezclar y conseguir reproducir estos olores del pasado".

Uno de los ejemplos para conocer algunos de los olores de nuestro pasado lo encontramos en restos de brea de abedul, "un pegamento que se obtiene desde hace muchísimos años de la destilación de la corteza del árbol de abedul".  

Como nos explica Torres, "ese pegamento tiene un olor intenso, muy característico, ahumado, resinoso, que su aroma recordaría hoy a lo que es el alquitrán".

¿QUé aporta la arqueología experimental?

Recuerda la investigadora alguna de las aportaciones que ha hecho la arqueología experimental como "comprender muchísimas cosas del pasado, de las técnicas, de la tecnología, los modos de vida y, sobre todo, nos ha ayudado a resolver muchos interrogantes".

Haciendo especial hincapié en la importancia de poder replicar los objetos para saber "cómo se hacían o para qué servían" y así al poder tocarlos "comprobar cómo de ligero era un anzuelo paleolítico que está realizado con hasta de ciervo o lo robusta y poco manejable que era una espada en la Edad del Bronce".

Herrera en COPE

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