TOLEDO
Damián Castaño sale a hombros en la corrida benéfica de Villaseca de la Sagra
El diestro salmantino cortó una oreja de cada toro de su lote. El quinto de Pallarés fue premiado con la vuelta al ruedo. Oreja para Molina.

Damián Castaño, en su salida a hombros este sábado en Villaseca de la Sagra
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Tarde entretenida en la tercera edición de la corrida a beneficio de la investigación del cáncer infantil en Villaseca de la Sagra, con un Damián Castaño que salió a hombros en solitario a pesar de no terminar de cuajar a su lote, y con un toro de vuelta al ruedo de Pallarés.
El primero se movió rebrincado y soltando la cara en el tramo final de sus acometidas. Ello no impidió que Fernando Robleño compusiera la figura ocasionalmente, en una faena notable de destellos fugaces. Su segundo, de Rehuelga, pasó sin humillar y pensándoselo. Robleño se gustó de manera intermitente sin que su labor rompiera.
Damián Castaño se enfrentó a un encastado ejemplar de Alcurrucén, segundo de la tarde, que tuvo una gran embestida por el pitón izquierdo, con emoción e importancia. La faena de Castaño, compuesta por momentos al natural, no llegó a romper, faltando ligazón. El contundente uso del acero a la primera le brindó una oreja.
Ante el buen quinto, de Pallarés, premiado con la vuelta al ruedo, Castaño alternó muletazos de trazo recortado con otros de mayor longitud, acusando el toro la diferencia, o bien quedándose abajo, o yendo hasta el final. Quedó la sensación de que el de Pallarés brindó opciones de cuajar una faena más rotunda.
Molina anduvo solvente, templado y encajado ante un noble cárdeno de Ana Romero que humilló mucho pero al que le faltó rebosarse en sus viajes. La petición de oreja no alcanzó la concesión, como tampoco pudo alcanzar grandes cotas artísticas su labor frente al voluminoso y desclasado sexto de El Montecillo, al que recetó una gran estocada merecedora de la oreja que paseó como broche al festejo.