MADRID

El dibujo de Juan Ortega, único argumento entre el frío de Las Ventas

Domingo de Resurrección desapacible en Madrid en el que Juan Ortega dio la única vuelta al ruedo de la tarde.

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Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Tras la primavera del Domingo de Ramos, Madrid volvió al invierno con el Domingo de Resurrección. Tarde fría y desapacible que congregó a ocho mil personas en los escaños de Las Ventas al reclamo de una terna de toreros jóvenes que había caído muy bien cuando se anunció el cartel. 

Otra cosa fue el resultado final. El viento, la frialdad ambiental y una corrida de El Torero que no terminó de romper por varios factores, hizo que un aire de decepción se fuese apoderando del coso venteño según fue transcurriendo la tarde. Solo el dibujo de algunos muletazos de Juan Ortega en el segundo toro levantó el ánimo de los tendidos.

Pero vayamos por partes. El abreplaza de El Torero fue un torazo de 650 kilos que se desplazó en el saludo capotero de David Galván. Sin embargo todo se fue torciendo a medida que transcurrió la lidia. El animal comenzó a evidenciar una alarmante falta de fuerzas y el molesto viento también empezó a hacer de las suyas. Eolo condicionó el desarrollo de la faena del torero gaditano. En terrenos entre el 8 y el 9 y no más allá de las rayas del tercio. Ahí planteo el trasteo David. Algunos naturales tuvieron tersura y largura pese a todos los condicionantes negativos. Muy firme el torero cuando el toro comenzó a recortar su viaje. Se ovacionó la disposición de Galván.

Pronto se vio la predisposición de Madrid con Juan Ortega. El sevillano dio motivos en un saludo a la verónica con dos lances de perfecto vuelo por el pitón izquierdo. Compás y cintura. El toro tuvo gran fijeza y bondad, lo que aprovechó el sevillano para hilvanar una faena en la que prevaleció el dibujo y el trazo de los muletazos. Por ambos pitones, Juan dejó muestras de su naturalidad y torería. Un estoconazo caído no fue óbice para que el diestro diese una vuelta al ruedo pedida desde los tendidos.

Poca historia tuvo la actuación de Pablo Agudo con su primero, un jabonero deslucido que tuvo más movilidad que entrega. En un arreón en un pase de pecho levantó los pies del suelo al diestro sevillano. Todo quedó en la fuerte costalada. Fue silenciado Aguado.

Con el cuarto salió del anonimato Víctor Oliver, uno de los nuevos presidentes de Las Ventas para esta temporada. El de El Torero perdió las manos delanteras en reiteradas ocasiones. Asomaron los pañuelos verdes en los tendidos y el blanco en el palco. Se montó la zapatiesta. Ya nadie hizo caso a Galván durante la faena de muleta. Al silencio final para el torero le siguió una bronca para el presidente.

Por eso en cuanto el quinto claudicó dos veces las manos, asomó el moquero verde. No se la jugó esta vez el usía. El sobrero de Lagunajanda fue un toro de bastas y feas hechuras que embistió sin una pizca de clase. Ortega esta vez se enmarañó en una faena larga de escasos argumentos. Tras dos avisos, sobraron las palmas de los palmeros.

El sexto de El Torero tuvo alegria en el caballo. Pero hasta ahí llegó. Después se movió con más genio que casta de la buena. A Aguado se le volvió a ver a disgusto con él. Quiso más que pudo y nunca levantó el vuelo la faena. De nuevo el silencio lo igualó todo.

Madrid, domingo 21 de abril de 2019. Casi un tercio de plaza.

Cinco toros de 

, bien presentados aunque de desiguales hechuras y algo blandos. Alguno algo destartalado. De juego deslucido en líneas generales. Destacó la clase y nobleza del segundo, sin estar sobrado de fuerzas. Un sobrero (5º bis) de 

, feo de hechuras y de escasa raza.

David Galván, ovación y silencio.

Juan Ortega, vuelta y leves palmas tras dos avisos.

Pablo Aguado, silencio y silencio.

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