7ª FERIA DE MANIZALES

Enrique Ponce se despide de Manizales por la puerta grande junto a un notable Juan de Castilla

El ciclo se cerró con lleno en los tendidos y con un Sebastián Castella que se fue de vacío.

Enrique Ponce y Juan de Castilla, a hombros este sábado en Manizales (Colombia)

EFE

Enrique Ponce y Juan de Castilla, a hombros este sábado en Manizales (Colombia)

Agencia EFE

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Víctor Duisabá Rojas

El torero valenciano Enrique Ponce se despidió de Manizales con puerta grande en la última de abono de la 70 Feria de esa ciudad colombiana.

Ponce cortó tres orejas, en una tarde en la que alternó con el francés Sebastián Castella, quien se fue en blanco, y el colombiano Juan de Castilla, dos orejas, ante toros de Ernesto Gutiérrez Arango de justa presentación y juego desigual.

Desde el comienzo de la tarde, las miradas estuvieron puestas en Ponce, quien en el primer toro se puso pronto en sintonía con la plaza en una serie de chicuelinas con las que barrió la arena gris del recinto.

Al animal le faltó alegría en los primeros compases de la faena, pero poco a poco, con mimos y temple, el valenciano se fue haciendo a su enemigo, hasta construir una faena que tuvo eco. Entera, oreja.

El segundo de la corrida supo ir tras las líneas que bien le marcó Castella con su capote y en los estatuarios con los que el francés abrió la faena de muleta, el toro se Gutiérrez repitió con codicia. Y franco, acometió en las tandas limpias que encadenó el torero.

Al final, el ejemplar bajó el nivel de su comportamiento y, con él, el tono de la lidia. Espada desprendida y larga sesión de desaciertos con el descabello. Tres avisos y ovación.

El tercero apretó en las banderillas. Entonces, De Castilla lo llevó largo en las primeras tandas para ponerlo en sitio luego de cada muletazo.

Los naturales, profundos, enseñaron quién mandaba. Pinchazo hondo y entera y fallos con el descabello. Saludo, tras aviso.

El del adiós definitivo de Enrique Ponce a Manizales, dejó interrogantes en el comienzo de la lidia. Sobrevino un percance cuando el torero de Valencia perdió pie y el toro de Gutiérrez lo lanzó por los aires, sin consecuencias graves.

A partir de ahí el duelo se redujo a cortas embestidas y una muleta en procura de lucimiento, cosa que logró por momentos sobre el pitón izquierdo. Espada desprendida, dos orejas.

Castella mantuvo arriba la temperatura de la plaza con cambiados por la espalda. Sin embargo, el de Gutiérrez anduvo distraído. Palmas tras aviso.

El sexto tampoco comenzó bien. Entonces, Juan de Castilla salió a fajarse para obligarlo a responder. Y así fue, en los medios como escenario. Dos orejas, enseguida de una estocada a ley.

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