CORRIDA DE BENEFICENCIA

La faena que Morante debía a Madrid

Faena cumbre del diestro sevillano que por culpa del descabello quedó reducida a una oreja. Faenas meritorias de El Juli y Ginés Marín.

Derechazo de Morante de la Puebla durante su segunda faena en la Corrida de Beneficencia

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Y de pronto, el toreo. Y de pronto, Morante como su intérprete. La faena que le debía a Madrid, la faena que conmoviese a su afición, que hiciese crujir de verdad a Las Ventas. Muchos años de espera para ver algo histórico. Llegó por fin hoy con Felipe VI como testigo privilegiado de la obra cumbre de esta Feria de San Isidro en su Corrida de Beneficencia.

Tras un inicio por ayudados preciosos y toreros. Ora por bajo, ora por alto. Tras el de pecho de la apertura, la borrachera. A cámara lenta, al natural primero. Ralentizado y hondura en el trazo. Después a derechas, con ligazón, profundidad, gracia en las formas. Y otra más por el mismo palo, como calambrazos que recorrían la plaza de arriba a abajo. Esculpía catedrales Morante. Y el público con la piel de gallina sintiendo el toreo más auténtico. Todavía un redondo sigue sin rematarse de lo largo y hondo que fue. Y la coda, a pies juntos. Primero a izquierdas, con cadencia y el cuerpo desmadejado. Se vaciaba Morante. Los de pecho eran como válvula de escape de la emoción contenida. Y de nuevo a la diestra. Y de nuevo unos redondos sobrenaturales. La obra que Morante necesitaba para que su leyenda no quede huérfana en Madrid. La estocada volcándose, saliendo golpeado por el pitón derecho. Tendido viajó el acero y ralentizó la muerte del toro. Un descabello, errado. Otro y el toro cayó. Era de dos. Quedó en una. Se le resiste la Puerta Grande a Morante. Tiene que llegar. Pero la recreación del arte del toreo visto hoy con el sevillano como protagonista traspasará las barreras del tiempo y quedará grabada para siempre en nuestra retina. Por los siglos de los siglos.

El resto de la Beneficencia fue más mundano con Su Majestad el Rey como testigo de todo. Principalmente por culpa de una mansa y descastada corrida de Alcurrucén. Preciosa de hechuras, sí. Pero ayuna de casta, vacía por dentro.

Felipe VI en el Palco Real de Las Ventas flanqueado por Isabel Díaz Ayuso y Antonio Bañuelos

Felipe VI en el Palco Real de Las Ventas flanqueado por Isabel Díaz Ayuso y Antonio Bañuelos

El primero de Alcurrucén, muy bien hecho pese a las protestas de cliché, cantó muy pronto su mansa condición. Se intentó estirar Morante a la verónica. Una a lo sumo salió bien trazada. El toro no quiso caballo y ello dilató mucho la lidia durante los siguientes tercios. El de La Puebla salió con la espada de verdad y tras hacer un intento de ponerse, lo avió con ciertos apuros.

El Juli se las vio con un primero de vistosa pinta que salió suelto del jaco en las dos varas que tomó. El toro rompió a embestir tras un quite por chicuelinas de Ginés Marín. Sobó el toro Julián en los primeros compases de la faena. El toque fijador para que el toro, rompiese hacia delante con más franqueza, porque clase le sobraba. La última serie, ya sin toques bruscos, resultó la más compacta por ligada y ritmo. Pero todo surgió con demasiados altibajos. Un pinchazo y una estocada trasera y atravesada dejó todo en una ovación.

El quinto se lo brindó a Emilio de Justo. Precioso del detalle de Julián. De torero a torero. Este astado fue otro ejemplar al que le costó mucho tirar para adelante. Y de nuevo la capacidad de El Juli para abrir los caminos a los toros. Pero tras una seria mandona por la derecha, el de Alcurrucén sacó la bandera blanca de la rendición. Ya hubo poco que rascar. Con la espada estuvo como en toda la feria. Fallón y sin decisión de irse tras ella. Ha sido su talón de Aquiles en este San Isidro.

Ginés Marín lidió un primer todo muy venido a menos en el tercio de muleta. Echó pronto el freno de mano el toro de los hermanos Lozano. Se puso el extremeño, pero sin esa chispa, en Madrid dicen poco las faenas.

El salpicado sexto fue un manso de libro. Tras una primera parte de la faena con el toro intentando recorrer el ruedo en todas sus latitudes, el torero le fijó en la zona de chiqueros, donde se pudo muy de verdad con él. Le robó dos tandas finales muy meritorias. Se las tragó el toro en sus viajes hacia tablas. Rugió Madrid con la tarde ya echada sobre Las Ventas y un final por bernadinas. Una estocada tendida y la tardanza en caer del toro hicieron que sonasen dos avisos y los tendidos se enfriasen.

Madrid, miércoles 1 de junio de 2022. Corrida de Beneficencia. Lleno de ‘No hay billetes’.

Toros de Alcurrucén, bien presentados aunque de desiguales hechuras. De juego desigual, aunque prevaleció la falta de casta. Destacó la nobleza humillada y la clase del cuarto. Segundo noble con clase y un tercero manejable pero a menos.

Morante de la Puebla, silencio y oreja.

El Juli, que sustituía a Emilio de Justo, saludos y silencio.

Ginés Marín, saludos y ovación de despedida tras dos avisos.

Incidencias: El Rey Felipe VI presidió la corrida desde el Palco Real, acompañado de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso; el consejero de Presidencia de la CAM, Enrique López; y el presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia, Antonio Bañuelos.

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