2ª MINIFERIA COMUNIDAD

Importante Talavante, por la Puerta Grande, y soberbio Nek Romero sin salir a hombros

El extremeño cortó sendas orejas a los dos últimos astados de su lote. El novillero valenciano paseó un trofeo.

Alejandro Talavante en su salida a hombros este domingo de la plaza de toros de Valencia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Espacios Nautalia 360, sociedad que comanda Rafael García Garrido y que gestiona la Plaza de Toros de Valencia y la Monumental de Las Ventas del Espíritu Santo de Madrid, había confeccionado para el cierre de la temporada en Valencia una corrida mixta de máximo interés.

Dos figuras del toreo como Morante de la Puebla y Talavante, con Nek Romero, novillero de Algemesí que en 2023 llevaba dos salidas a hombros en Valencia y tres paseíllos. Con el de hoy cuatro. La última joya de la escuela taurina, hoy ya una realidad, que dirige Toni Gázquez, y la última esperanza del toreo valenciano. Ojalá Romero, que tiene toda la pinta, sea el último eslabón que se sume a los apellidos de Soro, Ponce, Barrera, Califa y Román, que hoy ha resultado corneado por un victorino en Las Ventas.

El paseíllo rompió con un minuto de silencio en memoria de Ricardo de Fabra, torero de Alcácer, embrión del sorismo y eslabón del toreo valenciano. Luego, el público tributó una calurosa ovación a Talavante y Romero.

Fernando Sánchez y Javier Ambel se desmantelaron tras parear con exposición y brillantez. Talavante brindó al público. Alejandro prologó con delicada torería su faena de muleta. Tacto, seda en las yemas. Hubo muletazos al natural soberbios de cadencia y ritmo. Ese fue el pitón del toro. Alejandro puso lo que no tenía el toro de Domingo Hernández, justito de fondo pero con su nobleza. Delicatessen Talavante. Perfume, el aroma del gusto y la personalidad.

El “garcigrande” que hizo segundo fue toro vulgar. A la defensiva, las manos por delante y la tendencia de rajarse. Sin maldad y sin clase. El cuarto, también de Garcigrande, tuvo ritmo y buen son. Talavante comenzó atacando. Rodillas en tierra, que no arrodillado, para torear en redondo. Encajado, desmayado, sentido. Hubo una serie rematada con un cambio de mano eterno y dormido. El olé rugió como un río de leones. El toro se quedó para aprovechar inercias y medias arrancadas. Así lo entendió el genio de Extremadura aunque parezca una paradoja: entregado e inteligente.

El quinto, el mejor presentado del cuarteto, fue toro manso. Encastado. Serio, con sus pechos y su culata. Pisó todos los tercios. Cambiante, con motor, exigente. Brindó Alejandro a Nek. Emotivo el detalle de la figura al aspirante. Talavante firmó un prólogo mandón, con fibra, un trincherazo soberbio de poder y temple. El garcigrande, que se quiso rajar, lo levantó del suelo sin consecuencias. Firme y entregado el extremeño. Dio la cara y se impuso con autoridad, frescura y recursos. Buena imagen de Talavante en Valencia y merecida Puerta Grande.

El primer novillo de Nek no podía ser más feo. Estrecho de sienes, feo de narices. Aunque lo feo embista en este hierro, impropio por feo para un novillero que es ahora mismo la ilusión de Valencia. Un ñu. No habrá en el campo un novillo bien hecho, con una cara torera…

Nek lo recibió con un fajo de verónicas hondas y hermosas. Con la bamba, con su asiento, con limpieza. Hasta los medios, una revolera. En la boca de riego comenzó la faena. Vibrante, la muleta puesta, hubo uno genuflexo soberbio. Luego vino una serie al natural, hundido y roto. Y una voltereta. Nek se queda en el sitio para ligar, donde queman los pies, donde arden los oles, donde se calientan las almas, donde se enciende el toreo... El fuenteymbro la tomaba a regañadientes, pero no tenía más narices que pasar por donde Nek quiso. Maciza la obra, de plomo el valor, mucho mérito del valenciano. Las bernadinas finales tuvieron ajuste y verdad. Como el estoconazo al segundo intento. Oreja de mucho peso.

El sexto, excesivo, un “toro” de tres años y de 535 kilos, pesó más que varios toros. Genuflexo lo recibió Nek en los medios. Escalofriante el inicio de Nek a dos manos y por alto. Ni un gramo se movió Romero. Los pitones por la barriga. Incierto el fuenteymbro, áspero, manso y violento. Tuvo mucho mérito la actitud del novillero. Actitud de verdad, nada de voces. Ni un gesto a la galería. Valencia se acuesta hoy con la ilusión de que está naciendo un torero que puede hacer historia.

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Con Carlos Herrera

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