CORRIDA DE LA HISPANIDAD

Las Ventas en decadencia con un saldo ganadero que, sin embargo, embistió

Una fea corrida con los hierros de Victoriano del Río y Garcigrande tuvo más posibilidades que la terna no supo aprovechar.

Momento de la fuerte voltereta sufrida por Isaac Fonseca en el sexto toro del festejo

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

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Ni la ausencia ya sabida de Morante restó un ápice a la expectación desbordada por ver toros este 12 de octubre en la plaza de toros de Las Ventas al reclamo del día de la Fiesta Nacional. Sonó el himno y se desataron las pasiones. Los unos vitoreaban la Marcha Real, los otros chillaban contra Plaza 1. Nuestra España en estado puro. En chiqueros estaban preparados cuatro toros de Victoriano del Río y dos de Garcigrande. Un nuevo despropósito ganadero, tras rechazarse la corrida reseñada de Cuvillo, que sin embargo sacó muchas opciones en el último tercio. Veremos si el nuevo equipo de veedores anunciado por la empresa venteña corrige en el futuro la nefasta campaña echada este año.

Como habría que repensarse el rumbo que debe seguir la plaza de toros de Las Ventas convertida ya irremediablemente en un manicomio donde las voces a destiempo, el alcohol, las peleas, los ‘vivaspaña’ y las pasiones desaforadas se han convertido en el pan nuestro de cada día cuando los tendidos se desbordan de público de aluvión. Un ambiente irrespirable alejado de la seriedad que debe marcar la pauta de comportamiento en la plaza de toros de Madrid.

Las protestas iniciales se mantuvieron cuando saltó el toro del reencuentro de El Cid con Las Ventas. Un toro de Garcigrande de 610 kilos. Tenía bondad y humillaba cuando tomaba los engaños. Pero perdía las manos delanteras en cuanto le obligaban por abajo y, para más inri, comenzó a mostrar su mansedumbre cuando entró al caballo. Pero el fondo de la ganadería salmantina salió a flote cuando El Cid se fue más allá de las rayas del tercio para iniciar su faena de muleta. Muy templado, sin apretar al toro de Garcigrande. Hubo muletazos muy limpios por ambos pitones que remató con ligados pases de pecho. Al natural hubo una tanda muy profunda con el toro ya saliéndose algo desentendido del engaño. Fue todo un querer y no poder.

Una estocada trasera dio paso a una ovación de reconocimiento para el de Salteras.

Otro toro muletero fue el cuarto de Victoriano del Río. Altón y zancudo, rompió a embestir con transmisión en la muleta de El Cid, que brindó su faena al futbolista Joaquín. Volvió a correr la mano con temple por el pitón izquierdo, aprovechando las inercias del toro. Al natural hubo buenos muletazos sueltos muy largos, entreverados de otros donde faltó algo de ajuste y limpieza. Pero se repitió la historia y no se concretó nada. La espada también volvió a viajar trasera y no hubo tampoco buen manejo del descabello.

El primero del lote de Alejandro Talavante, con el hierro de Garcigrande, vino a demostrar que los kilos no significan trapío. Éste de la ganadería salmantina fue un animal feo, sin perfil, con hechuras de bisonte que los más exigentes se tragaron por su obsesión con la báscula. Tan feo era que como bien chivaron en X, estuvo reseñado en un principio para correrse por las calles valencianas. Lo dicho, se lo tragaron con papas. Talavante, que se ha echado a sus espaldas este final de temporada, poco pudo lucir con un astado que no aguantaba más allá del segundo muletazo de cada tanda. Muy pobre el fondo del pupilo de Justo Hernández. Se justificó sin más el extremeño, que se quitó de en medio al toro de un ‘sartenazo’ en los blandos.

El quinto fue un toro tocado de pitones, más ofensivo por delante que rematado por detrás. Talavante firmó una faena de más a menos en la que prevaleció el torero perfilero y liviano. La gente quiso ver más de lo que propuso el pacense. Y como ocurrió toda la tarde, hubo más apuntes que disparos y pese a que se pidió la oreja, no hubo mayoría suficiente.

No entraba por los ojos el primero de Victoriano del Río con el hierro de Toros de Cortés. Muy abierto de cuerna y de agalgadas hechuras. Isaac Fonseca salió a por todas desde que se abrió de capote. Vistoso y vibrante con el capote y después, inteligente al ver la alegría en el viaje que mostró el toro del hierro madrileño. Hubo ligazón y temple, pero a las series les faltaba la reunión necesaria que Madrid demanda para que aquello cruja de verdad. Todo fue a menos después, toro y faena.

Para cerrar la ‘Escalera de la Hispanidad’, el sexto tuvo más kilos que seriedad por delante. Lamentable lo que salió por chiqueros. Fonseca esta vez tiró de lo que mejor sabe hacer. Su arrojada verdad ante un animal que tuvo más movilidad que entrega. La entrega la puso el azteca, que fue volteado de forma espectacular en el centro del ruedo. Un milagro que el pitón no calase en la anatomía del torero. Los más jaraneros comenzaron a gritar ‘torero, torero’ de forma totalmente extemporánea y excesiva. Volvió a la cara del toro Isaac, que demostró que a cojones nadie le gana. De eso no hay dura. Tras una estocada hubo una leve petición que dejó todo en una ovación de despedida.

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Con Carlos Herrera

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