PAMPLONA

López Simón se regala una vuelta al ruedo

Tarde plomiza y de escasos resultados artísticos por culpa de una descastada corrida del Puerto de San Lorenzo - La Ventana del Puerto.

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Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

El primero del Puerto de San Lorenzo trajo un imponente trapío. 610 kilos y unas hechuras monumentales. Le zumbaron de lo lindo en el caballo y después todo se desordenó en el tercio de banderillas. Mala lidia, banderilleros desconfiados y un desarme final al subalterno que bregaba. Tuvo que poner mucho de su parte Emilio de Justo en el último tercio. Muy parado el del hierro salmantino, la clave era llegarle mucho para provocar unas embestidas siempre a oleadas y tendentes a salir desentendidas del engaño. Lo cazó de media estocada habilidosa.

El segundo del Puerto lució unas hechuras más ‘atanasias’ y un comportamiento mansito en todos los tercios. Alberto López Simón inició su faena de muleta con las dos rodillas en tierra. Vibrante y llegando mucho al tendido. Pero después el toro no dijo nada y el madrileño menos aún. Sumó muchos pases. Cantidad ayuna de calidad en una suma estajanovista de pases a granel. La estocada hizo guardia y necesitó de un golpe de verduguillo.

Con el tercero se volvieron a superar los seiscientos kilos en la tablilla anunciadora.Gines Marín se las vio con otro toro bajo de casta y sin definirse en los primeros tercios. Al llegar a la muleta, pareció que podría tener posibilidades al natural. Por ese pitón llegaron dos tandas mandonas y de buen trazo con el toro tomando el engaño con claridad. Más conseguida y rotunda la segunda da de ellas. Pero hasta ahí llegó el astado del Puerto. Por el derecho se agrió la embestida y cuando retomó la zurda, el toro ya salía desentendido de las telas. Una estocada arriba tumbó al animal.

Con el cuarto se cambio de hierro y encaste aunque no de casa ganadera. El ‘domecq’ de la Ventana del Puerto tapó su vareada anatomía y lavada expresión con dos finos puñales por delante. El toro rompió a manejable en el último tercio. Sin ser un dechado de casta, al menos permitió a Emilio de Justo firmar varias tandas ligadas y ajustadas por el pitón derecho, por donde basó su faena el extremeño. Sin embargo, al conjunto le costó levantar el vuelo cuando al natural el toro no tuvo la misma claridad. Una estocada suelta y perpendicular hizo que fuese necesario el descabello, con el que fallo reiteradamente el diestro.

El quinto de la Ventana fue un colorado de imponente trapío que fue solo eso, fachada. Vacío y desfondado desde casi el inicio de faena tras ser castigado duramente en el peto. López Simón en un alarde de imaginación volvió a iniciar su faena de rodillas. El quehacer del madrileño fue otra sucesión de pases vulgares y destemplados por ambos pitones. Recurrió al arrimon final pero hasta el toro dijo basta y se echó antes de montar la espada. Una estocada hábil le sirvió a López Simón para primero salir a saludar una ovación que nadie le tributaba y después para pegarse una vuelta al ruedo que nadie tampoco le solicitó. La vergüenza torera brilló por su ausencia.

Con el sexto se volvió al hierro titular pero sin mejorar el panorama. El del Puerto fue otro semoviente sin alma ni bravura alguna. Ginés porfió sin suerte ante la nula entrega de su oponente, que embistió siempre al paso.

Pamplona, domingo 7 de julio de 2019. 3ª de Feria. Lleno de 'No hay billetes'.

Cuatro toros del 

 y dos de 

 (4º y 5º), bien presentados, con cuajo y pitones. Conjunto bajo de raza y falto de empuje en el último tercio. Duró algo más el cuarto.

Emilio de Justo, silencio y silencio tras aviso.

Alberto López Simón, silencio tras aviso y vuelta por su cuenta.

Ginés Marín, silencio y silencio tras aviso.

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