SEVILLA
Oliva Soto y Ángel Jiménez triunfaron para seguir soñando
interesante corrida de Virgen María en la que Esaú Fernández, Javier y Borja Jiménez y Lama de Góngora fueron ovacionados.
Madrid - Publicado el - Actualizado
4 min lectura
Llegaban con el sueño convertido en realidad de estar donde querían estar. Entendiendo la importancia de pisar el albero icono de una plaza. Por eso, y porque también tienen razones de fondo para volver, ahí estaban para convertir el ostracismo en puro aliento para seguir.
La trascendencia de la tarde la evocaba cada uno de ellos en la traza de cruz que dejaron grabada en la fina arena dorada antes de iniciar el paseíllo. Una huella cargada de simbolismo, de sueños, de triunfos, de vida… Tan sólo necesitaban el toro adecuado con el que poder mostrar talento y arte. Y como no, la suerte de que les tocase el ideal.
Tal vez el que se aproximó al ideal fue el sexto de Virgen María, un toro de notable presencia, como toda la corrida, de una nobleza exquisita y una embestida que se prestaba a la perfección para el toreo de Ángel Jiménez, un refinado y estilista torero, exigente consigo mismo, que goza de un concepto cargado de referencias artísticas diferenciales y notable intensidad creativa. La pasada tarde regaló momentos interesantes de estremecedor sentimiento tanto con la derecha como con la izquierda. Un toreo propio, inconfundible, de gran fuerza expresiva y con una encomiable despaciosidad y ligazón. Los ayudados por alto y por bajo en el inicio de faena llegaron a los tendidos de forma inmediata. Y continuó con ambas manos mostrando un toreo que transmitió una verdad honda que no tiene nada que ver ni con la perfilada estética, ni con la fantasía banal. Es una pena que este tipo de torero no ocupen un lugar de privilegio en los mejores carteles de ferias. Tras matar de estocada cortó la oreja más justa de la tarde.
Existen motivos también para acercarse al toreo de Oliva Soto valorando el concepto de que se vale para juzgar su eficacia y extraer el sentido de su valía. Fundamentalmente el sentimiento y la inspiración con el que pone en cuestión la base de su tauromaquia. En tal sentido la faena al buen toro primero fue todo un compendio de buen hacer. Notable con el capote, bullidor en los inicios y más reposado en el ecuador de la lidia, su toreo se caracterizó no por una elevada técnica y sí por un buen contenido argumental. Con la izquierda firmó tres naturales donde la inspiración se puso al servicio de un toreo increíblemente expresivo. Detalles de buen gusto para acabar y una estocada para finiquitar que apuntaló la oreja ganada.
Hubo cierta elegancia, entre majestuosa y bella, en los lances de capote de Borja Jiménez al noble y flojo cuarto. Y prestancia y despaciosidad en la forma del trazo del natural. Destacó como un torero capaz de generar emociones, con una personalidad muy afirmada y unas posibilidades extraordinarias. En este caso lo hizo con un concepto mezcla de lentitud, cadencia y verdad. Los naturales de frente fueron quizás lo mejor de la tarde. Y los detalles de cambio de manos y toreo por bajo cuajados de torería. Tras el espadazo le ovacionaron con fuerza.
Esaú Fernández utilizó sus recursos, sin renunciar a su característico arrimón, para dominar las embestidas del encastado segundo. Tal vez no acertó con las distancias, y aunque la faena tuvo sus momentos de interés con la diestra el resultado final quedó por debajo de las intenciones. El valor fue innegable y la actitud intachable.
También lució el capote de Javier Jiménez, mecido a la verónica con ritmo y demostrada lentitud al complicado tercero. Después, lo que comenzó con la derecha en una ilusionante faena, degeneró en un toreo áspero para luego volverse a deshacer en detalles sin el necesario calado para que la lidia cogiese altura.
Y Lama de Góngora pechó con el peor toro de la interesante corrida. El quinto le complicó la tarde. Lo toreó de capote despacio y con verdad hasta lo medios, pero la faena de muleta fue toda una muestra de constante interés del torero por dominar unas acometidas que fueron fiel reflejo de la mansedumbre encastada. Entregado dejó una estocada que le valió la ovación.
Todos, demostrado quedó, conocen y sienten profundamente el toreo, pero no a todos les fue posible mostrarlo cuando más lo necesitaban para cambiar el rumbo de sus destinos, para no vagar sin perder el sentido. Los que lo pudieron hacer que no caigan, otra vez, en el olvido.
Sevilla, domingo 24 de abril de 2022. 2ª de abono. Media plaza.
Toros de Virgen María, segundo y quinto marcados con el hierro de Santa Ana, de muy buena presentación. Noble y sin motor el primero; complicado por encastado segundo y tercero; noble sin fondo el cuarto; a la defensiva y sin calidad en sus embestidas el quinto; noble y con clase, el sexto.
Oliva Soto, oreja tras aviso.
Esaú Fernández, ovación.
Javier Jiménez, ovación.
Borja Jiménez, ovación.
Lama de Góngora, ovación.
Ángel Jiménez, oreja.