MADRID

Sergio Serrano impone su verdad y corta una oreja en Las Ventas

El torero de Albacete cuajó un buen toro de Victorino y se lleva la tarde. Manuel Escribano cortó otra oreja muy protestada.

Sergio Serrano durante la faena de muleta al quinto toro de Victorino, al que ha cortado una oreja

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Dicen que en cuanto le pones nombre a una cosa te impide verla en su totalidad. Eso le pasa a Victorino Martín. O a la empresa de Las Ventas. Eso le ha pasado a este "nuestra vuelta será grande". Algo así vendieron en el confinamiento entre paseo y negociación. La vuelta de los toros a Madrid no ha conseguido meter ni a 6.500 personas en la plaza. Con una de Victorino. Habrá que replantearse la magnitud de la vuelta.

La distribución de los ni siquiera 6.500 que no llenaron el aforo permitido atisbó una entrada potable. Mucho menos que en el festival político del 2 de mayo. Cabe reseñar que una corrida de Victorino después de casi dos años sin ver toros en Madrid no fue capaz de vender esas dichosas 6.500 entradas. Al precio de siempre. La realidad es que con una convocatoria extraordinaria que podría haber firmado Luis Enrique era difícil atraer al público. La afición estaba en Las Ventas a la una de la tarde. No fue por falta de vicio. Lo que faltó fue la virtud, escasa en una empresa que no terminar de redondear su gestión.

Sólo hubo una piedra en el camino, que diría Ábalos. Un 'veneno' de Victorino que se equivocó en el capote de Casanova y que dejó a Sergio Serrano explicar por qué tiene que torear más. Era su corrida número 28. Después de doce años de alternativa. Fue el quinto de la tarde, Venenoso de nombre. El único que se pareció a lo que se supone que es Victorino Martín. Y Sergio Serrano fue lo único que se pareció a Sergio Serrano. Madrid es su casa fuera de casa. Ya lo vio en el primer toro, con el que no pudo hacer nada más que ver el cariño de Las Ventas. De la parte de la plaza que sigue yendo a los toros como si no hubiese pasado nada.

El resto de la plaza vive en un estado de anosmia permanente. No se sabe si por el Covid-19 o por la desidia de una disciplina, la Tauromaquia, que agoniza. Recuperó el gusto y el olor con un torero de Albacete que se puso en el sitio en el que se tienen que poner los toreros de su corte. Los que no tienen mucho que ganar, pero menos todavía que perder. Los toreros de la 'porca miseria'. Sergio Serrano demostró que está para Victorino y para mucho más. No ya en Las Ventas, sino en España. O más allá. Con Venenoso hizo todo lo que se le puede pedir a un torero en su situación. Quietud, temple y serenidad. Con la dificultad que ello implica. Partiendo de esa base, torear. Eso hizo Serrano. Torear. Por el derecho, pero sobre todo por el izquierdo.

No cuajó la faena de su vida ni pegó los mejores naturales del siglo en Madrid, pero estuvo a la altura de una tarde de la que se esperaba mucho más. De los de gris y de los de oro. Serrano fue el único que entró de oro en la plaza y salió dorado. Comparar su oreja con la de Escribano es casi insultante. Principalmente por la disposición. Dejó al toro de largo en el caballo, a sabiendas de que no iba a ir. Le dio distancia en la muleta, consciente de que Venenoso no era el más raudo. Siempre estuvo ahí. Con su muleta. Con su verdad. Por eso triunfó Serrano. Por su verdad. La estocada al quinto fue sensacional. Igual que su faena.

Dijo Einstein que la locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener un resultado distinto. Así fue la tarde de Manuel Escribano. Cortó una oreja que nadie comprendió, pese a un esfuerzo que agradeció la plaza. Un bajonazo y una faena que nunca tuvo visos de prosperar fueron óbice para un trofeo de liviano peso. Una de las orejas más pobres de la última época en Madrid. Claro, que habría que analizar a este Madrid. Por eso fue distinta la tarde de Escribano. Y por eso es distinta Madrid. Los tendidos, incluso los más exigentes, ya no sufren. Ya no se escucha aquello de "aquí huele a torero". Tampoco calan las protestas. No sorprende en una plaza que rinde al 25% y a base de dádivas.

Fortes no tuvo un lote propicio y tampoco se fajó como se esperaba de él. Todo quedó en un conjunto inconcluso y carente de sentido. Ni lo vio con el capote, ni se plantó serio con la muleta, ni se entregó con la espada. Es un torero al que hay que esperar y Madrid lo sabe. Todos los grandes han tenido tardes malas en Las Ventas. Lo mejor, una tanda de naturales a su primero que dejó ese sabor al Fortes más puro.

Madrid, sábado 26 de junio de 2021. Corrida extraordinaria. Casi lleno bajo el aforo permitido.

Toros de Victorino Martín, bien presentados y parejos, salvo el sexto, muy terciado. Nulos de juego, a excepción del 5º, al que se ovacionó en el arrastre.

Manuel Escribano, división tras saludar y oreja con división.

Sergio Serrano, palmas tras aviso y oreja

Fortes, silencio y silencio.

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