FERIA DE ABRIL
Sevilla se deja llevar
Manzanares paseó la única oreja en tarde de escaso bagaje. Morante fue ovacionado en su primero y Urdiales saludó una ovación tras finalizar la lidia del quinto 'jandilla'.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Sin duda, no tuvo rango de apoteosis, pero la lidia de Morante al primer toro de la noble y floja corrida de Jandilla, muy poca gente la entendió. Pese a ser un acontecimiento ver torear así de distinto. Tan distinto fue todo que la calidad manifiesta de algunos momentos de la faena fue muy elevada. La fue con el capote en los laces a la verónica de una lentitud pasmosa. La fue en el quite, con ese cite tan torerísimo con el capote plegado en el brazo. Y la fue, sobre todo, con la derecha en ese prólogo por alto y por bajo colmado de torería. Lo más emotivo dos muletazos diestros, parados en el tiempo, llenos de sensibilidad y cadencia. Y dos naturales fantásticos que se fundieron con el excelente pase de pecho.
En todo caso, el toreo de diestro cigarrero tuvo como denominador común la exploración del pasado dentro de un discurso, muy bien construido, marcado cada vez más por la asimilación del concepto gallista. Una forma de hacerlo consistente en una sólida estructuración clásica, imaginativa y fresca de inspiración. Pero esto algunos no lo vieron. Y es que toda la lidia tuvo un halo singular. No fue faena al uso, ni una obra completa y fantástica, pero sí de una sabia inspiración con la que logró emotivos momentos. Una estocada casi entera le bastó. La ovación supo a poco.
El concepto joselitista irrumpió en tromba con el complicado cuarto. No le gustó nada la forma de acometer del toro al torero de La Puebla. Tanto fue así que mandó a su hombre de confianza en la cuadrilla para fijarlo en el capote. Le parecía que arrastraba problemas de visión. Y ya no se confió. Los guiños a Gallito jugaron un papel determinante en una lidia del pasado que a muchos no le gustó. Muy inseguro con la espada lo mató muy mal.
Diego Urdiales ha acabado por convertirse en todo un símbolo del purismo. Su toreo convive entre lo aparentemente natural y lo técnicamente perfecto. Un toreo en el que la claridad de concepto se barniza de intensidad. Se pudo apreciar en las cuatro verónicas, escogidas entre otras tanto vibrantes, de un ritmo y pureza apabullante al descastado y noble quinto. Y a este aroma clasicista suma la naturalidad con la que ejecutó el toreo diestro, la hondura del natural y los escasos detalles que epilogaron una lidia de sólo pinceladas. El segundo, de nulas fuerzas, solo le dio opción a mandarlo al desolladero con prontitud.
La cadencia y la estética ocuparon un lugar destacado en la lidia de Manzanares al noble sexto. Quizás el toro con más calidad en sus embestidas del encierro de Jandilla. La tuvo en las despaciosas verónicas, en el trazo de las series diestras y en el natural. Un toreo que destacó más en términos de cantidad que de calidad. Aun así, la muestra jalonó los momentos esenciales de una faena de mano baja, de muleta arrastra, de temple y ligazón, pero exageradamente despegada. Pero como su espada es un cañón que da en la diana con rotundidad, la oreja, única paseada en la tarde, no se hizo esperar.
Mismas características tuvo la lidia del tercero, otro toro con las fuerzas justas, y con esa esa nobleza cansina que demasiado pronto lo hace claudicar. Entre algunos detalles interesantes cabe destacar el trazo de muletazo diestro, más expresivo que el natural, aunque ambos con un alarmante y acostumbrado desajuste. De contundente estocada lo tumbó.
Acabó la tarde sin convencimiento de un público que llenó la plaza más para divertimento que ver torear. Se palpaba en los tendidos y se comprobó el transcurso de las diferentes lidias. Todo se aplaude, lo bueno y lo malo, y no se entiende lo esencial. Y es que Sevilla sigue dejándose llevar.
Sevilla, viernes 29 de abril de 2022. 5ª de abono. Lleno de 'No hay billetes'.
Toros de Jandilla, el primero lidiado con el hierro de Vegahermosa, aceptables de presentación, nobles y flojos. De escasa fuerza y calidad en sus embestidas, el primero; parado, el segundo; con las fuerzas justas, el tercero; mansito y sin fuerzas, el cuarto; justo de casta el quinto; bravo y noble, el sexto.
Morante de la Puebla, saludos tras aviso y silencio tras aviso.
Diego Urdiales, silencio y saludos.
José María Manzanares, saludos y oreja