SEVILLA

Ángel Jiménez, como una brisa de aire fresco

Juanito ha dado una vuelta al ruedo, y Ángel Jiménez ha dejado muestras de buen toreo tras la lidia de descastados y flojos utreros de Talavante.

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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De nuevo ofreció los argumentos necesarios para la credibilidad de su toreo. En época en las que todos se parecen y pocos se diferencian hubo en la tarde de novilleros triunfadores quien atisbó el toreo, mostrándolo, incluso, con los ingredientes necesarios para el triunfo. Pese a la mala, por descastada y sosa, novillada de Talavante. Así que lo poco hecho por Ángel Jiménez fue como una brisa de aire fresco capaz de airear unos tendidos aletargados y aburridos.

Porque el sevillano le hizo al, soso y rajado jabonero, primero un toreo de mano diestra profundo, templado, ligado y rematado con enormes pases de pecho. Le duró muy poco la noble embestida al bonito utrero. Tan poco que en los primeros intentos al natural se fue a las tablas. Después, ya no le pasó. Acometidas a la defensiva que hicieron complicada la lidia. La espada, desprendida, hizo su efecto.

El noble cuarto, ayuno de fuerzas, también se le paró. Ángel, adelantó la muleta bajó la mano, arrastró la tela y alargó la acometida hasta lograr definir su forma de torear. Perfección en el trazo a derecha, ligazón, remate y buen gusto. Una manera de evocar un toreo ausente en muchas tardes de toros. El resultado final fue desigual. Tal vez con reflejos de la ansiedad que le genera la necesidad del triunfo. No fue faena desbordante, consecuencia, quizá, de la falta de casta de un novillo parado. Un pase de pecho al hombro contrario queda guardado en el recuerdo. De un pinchazo hondo lo finiquitó. Y bien que le ovacionaron lo hecho.

La falta de casta de los novillos de Alejandro Talavante marcó la tarde. La suerte de varas fue un absurdo simulacro. Y pese a no picarse se desfondaron a mitad de la lidia. Juanito aprovechó las primeras acometidas del segundo para gustarse y gustar a la verónica. También mostró su buen concepto en el prólogo de faena. Bajó la mano y templó la embestida. Poco más. La falta de emoción presidió una lidia demasiado mecánica y con excesivos pases sin argumento. A toro parado no faltó el arrimón. Un espadazo bastó.

Igual característica tuvo la faena al también noble y desfondado quinto. Las ganas de triunfo las mostró postrándose de rodillas delante de la puerta de chiqueros. Algo excepcional que lo han convertido en habitual y, claro, pasan los tendidos de tal alarde de valor. De todas formas, el noble animal acudió con buen son a la muleta del diestro de Monforte, que lo supo fijar en los medios aprovechando la calidad de las primeras embestidas. Hilvanó el natural. Templó con la derecha y culminó con toreros detalles por bajo. No hubo más. Después, la cantidad superó a la calidad en un final de faena, con novillo parado, sin pizca de emotividad. Tumbó de certero espadazo y no titubeó en dar una despaciosa vuelta al ruedo.

Francisco Manuel poco pudo demostrar con el flojo tercero, al que ni siquiera se le introdujo la puya. La faena fue todo un querer sin emoción. Lento fue el trazo del natural entre embestidas a la defensiva, y muy vertical su concepto con el que poco pudo mostrar. Un pinchazo precedió a la estocada final.

El sexto también dejó ver su mansedumbre y falta de fuerzas. Y además no humilló. El madrileño lo intentó de nuevo con predominio del temple. Algún que otro natural a destacar y nada más. Hundió el acero para acabar.

Sevilla, viernes 28 de septiembre de 2018. 1ª de Feria. Media plaza. 

Novillos de 

, de desigual presentación y hechuras, nobles, descastados y flojos

Ángel Jiménez, silencio y saludos

Juan Silva 'Juanito', ovación y vuelta al ruedo.

Francisco de Manuel, silencio y saludos.

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