10ª FERIA DE SAN MIGUEL

La verónica, con otras manos de artista

Daniel Luque emocionó con el capote. Él sólo le dio contenido a la tarde ante el fracaso de los toros de Fuente Ymbro. Ferrera y Perera, desganados, fueron silenciados.

Daniel Luque a la verónica en el saludo capotero a su primer 'fuenteymbro' en Sevilla

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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No lo es, no es un torero cualquiera. No debe serlo analizando su concepto. Su toreo incluye muchas cosas. La indudable calidad, la belleza intensa y perfilada, el compás y la pasmosa lentitud de su verónica le dio pureza y emoción. Porque de manera tan peculiar logró, quizá, igualar el lance puro y bello que ya se ha degustado en este ciclo de capotes sublimes. Hoy, con otras manos de artista, se ha podido gozar de un toreo que quedará para siempre en la memoria de quien lo vio y lo sintió, engrandeciendo a quien lo ejecutó. Es más, en otras circunstancias, con los tendidos llenos y la ilusión por las nubes, las verónicas, chicuelinas, y medias verónicas de Daniel Luque al tercer toro de la tarde, por su cadencia, su ritmo, su facilidad, su portentosa elegancia, hubiesen tenido el honor de ser amenizadas por la música torera.

El diestro sevillano buscó en la fluidez de su toreo de capa un tono reposado que otorgó a la obra el toque emocional deseado. Y es que si en algo el toreo de Daniel tiene personalidad y distinción es gracia a su forma de expresarlo. Por esta sola razón merece la pena paladearlo. Su faena al tercero de Fuente Ymbro, un toro noble que manseó en el tramo final de la lidia, tuvo mucho que mostrar. Virtudes de sobra, como la firmeza, coherencia, verdad y ese fondo de profundidad, temple y ligazón en el toreo diestro que hizo poderosa la faena. Una faena que no tuvo la misma nota con la izquierda. Los naturales resultaron desiguales por las cambiantes embestida de un toro que, sometido, rehusaba seguir la tela. Una serie final hilvanada con la derecha, y abrochada con molinete y fenomenal pase de pecho, dio paso al pinchazo y posterior estocada que malograron el justo apéndice que tenía ganado.

Y poco más hubo en otra tarde de fracaso ganadero. Porque los toros de Ricardo Gallardo fueron un compendio de falta de casta, sosería y mansedumbre. Una corrida muy seria de cara, sacada de tipo y con exceso de kilos, que no embistió. Y así, imposible.

Imposible le fue al diestro de Gerena generar algo de toreo con la cansina y sosa embestida del sexto. Lo intentó, pero nada de interés consiguió. Dibujó el trazo e incluso acortó las distancias, pero aquello no pasó de una férrea voluntad por agradar.

Quien se contagió de la sosería de las acometidas de sus dos toros fue Antonio Ferrera. Al extremeño se le apreció su desgana, su falta de ilusión, en una tarde en la que lo intentó muy poco mostrándose apático con el zambombo primero y deseando acabar con el descastado cuarto. Sólo destacar una media a su primero con su peculiar estilo. Muy poco, demasiado poco, de quien en unos días lidiará en solitario, nada más y nada menos, que seis de Adolfo Martín en Las Ventas de Madrid.

Tampoco Miguel Ángel Perera pudo, o supo, mostrar su toreo de poder con un bonito jabonero, lidiado en segundo lugar, que se derrumbó nada más iniciar faena. Con algún que otro muletazo a media altura sin contenido se justificó. La brevedad con el estoque se le agradeció. Tampoco el quinto era toro para el extremeño. Sabido es que donde luce Perera su concepto es con el toro de embestidas encastadas con las que mostrar ese toreo de poder, temple y ligazón que tanto llega a los tendidos. Y este era la antítesis a lo deseado. Así que nada. Todo acabó en bostezos por aburrimiento.

Sevilla, miércoles 29 de septiembre de 2021. 10ª de Feria. Algo más de un cuarto del aforo permitido.

Toros de Fuente Ymbro, de desigual presentación y hechuras, pasado de kilos y descastados. Noble de sosas embestidas, el primero; sin fuerzas, el segundo; de nobles embestidas, el tercero; con poca casta, el cuarto; a la defensiva, el quinto; justo de fuerza, el sexto.

Antonio Ferrera, silencio y silencio.

Miguel Ángel Perera, palmas y silencio.

Daniel Luque, ovación tras petición y aviso y ovación.

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