Un joven de Barcelona denuncia la simple razón por la que no le dejaban volar desde Marrakech: "Como locos"
Lo ha contado en sus redes sociales y enseguida ha tenido miles de reacciones de personas que no sabían que eso pasaba en la ciudad marroquí
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Si eres de los que ya tiene más que atadas las vacaciones de verano, sabrás que hay que hacer todo con bastante tiempo. Porque sí, todo lo que te puedas quitar con antelación, siempre es mejor. Hablamos de vuelos, trenes, coches de alquiler o el tuyo propio, hoteles... Todo tiene que estar cuidado y mimado al detalle, para que no te pille en un imprevisto.
Y es que planificar un viaje puede suponer un enorme quebradero de cabeza, porque todo lo tienes que tener planeado al dedillo, pero dejando ciertas cosas a la improvisación. Eso sí, si te vas a un país fuera de España, lo mejor es que tengas todo un pelín más atado, porque nunca sabes que puede pasar en el extranjero.
Es mejor coger un seguro que te cubra ciertas necesidades básicas por si algo pasa en el transcurso del viaje y, por otro lado, saber lo que ese país te puede ofrecer y cómo son las normas ahí. Porque sí, hay veces que te puedes sorprender con algo que no contemplabas y que podías haber evitado.
Y si no, que se lo digan a Alessandro, un joven que vive en Barcelona y que fue con varios amigos a Marrakech, en Marruecos, para pasar unas vacaciones. Pasaron unos cuantos días en la ciudad marroquí y, cuando se disponían a volver, les informaron en el aeropuerto de que no valían sus billetes en formato digital.
La odisea de Alessandro para volver a casa
Resulta que allí, en un aeropuerto cercano a Marrakech, no tienen un lector de códigos QR, por lo que el billete de avión en formato digital era imposible leerlo y, por tanto, dejarles acceder al vuelo.
Por eso mismo, decidió recorrerse toda la ciudad para buscar una librería o un lugar donde pudieran imprimir sus billetes. "Estamos jodidos porque no podemos volver a casa, no aceptan QR, buscamos como unos locos librerías en Marrrakech, en los hoteles no nos dejan entrar" denunciaba este joven.
Poco a poco, fueron recorriendo la ciudad intentando encontrar algún sitio, porque, como decían "nos vamos a quedar aquí". Al final, encontraron a un local al que preguntaron si les podía imprimir los billetes, porque necesitaban viajar esa misma noche. A lo que él respondió que "solo para residentes".
Siguieron recorriendo la ciudad marroquí en busca de diferentes hoteles o lugares donde le pudieran imprimir todo. Dieron con un hotel que les cobraba por imprimir los billetes y en el que tardaban "20 minutos en imprimir tres papeles".
Por supuesto, pagaron y pudieron volver a casa, pero se convirtió en toda una odisea para regresar a España.
Dimite el primer día como camarera en un restaurante de Barcelona por lo que le obligan a firmar
Esta experiencia de la joven la ha contado la cuenta de X, antiguo Twitter, @SoyCamarero, que se dedica a recopilar este tipo de historias en su cuenta y a ayudar a sus compañeros de trabajo (aunque no los conozca personalmente).
Dice que ella le mandó esta historia, pero prefirió mantenerse en el anonimato, al igual que omitir el nombre del restaurante. Igualmente, se refería a él como "restaurante muy famoso de Barcelona".
Pues bien, entre las condiciones de trabajo, le daban alojamiento para poder trabajar allí. Sin embargo, nada era lo que parecía. "Se fue el primer día de trabajo al ver las condiciones de alojamiento y por alguna de sus condiciones" expresaba en esta cuenta.
Y es que lo que le hacían firmar no se ha visto en otro lado. Eran una serie de condiciones que muchas no tenían ni pies ni cabeza. "La camarera siempre debe sonreír, y ser amable, muy amable. Al cliente no le interesa si nos duele la muela o nuestra abuela está enferma" decía una de ellas.
En otras, se pedía que a "la camarera le guste lo que haga y lo haga con amor y cariño, porque sino todo sale de mala gana. Si son aprendices, con más razón deben ser más felices de aprender una profesión".
No solo eso, sino que "amenazaban" al personal al decirles que si se equivocaban con una orden, se les cobraría lo olvidado, y si rompían una vajilla, se les cobraría 5 euros.
Como puntilla, el alojamiento que les ofrecían era una cama en medio de la cocina, por lo que puedes imaginar que no era especialmente salubre.