El motivo por el que es malo que los niños que van a la escuela se echen a dormir la siesta: latencia de sueño

Nueve de cada 10 españoles duermen entre siete y nueve horas, que es la cantidad de sueño recomendada para personas adultas sanas, siendo el promedio de siete horas y 52 minutos. Aunque la siesta siempre se ha visto como una costumbre típica en España, los datos demuestran que se trata de un mito más que una realidad: la mitad afirman no hacer siesta ni siquiera los fines de semana y solo dos de cada 10 la hacen habitualmente. De hecho, los mayores de 65 años son el grupo que menos duerme la siesta. ¿Y qué pasa cuando la duermen los niños?

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Lo que le pasa a tu cuerpo cuando duermes más de 30 minutos de siesta

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La comunidad científica aún no tiene clara la dimensión de su influencia ni hasta qué punto puede modular la salud y la enfermedad, pero los datos que arroja la investigación médica al respecto apuntan en las dos direcciones: lo poco gusta y lo mucho enferma. Eso sí, los investigadores sentencian que no es lo mismo una cabezada en el sofá que varias horas de sueño a media tarde en la cama; tampoco es igual una siesta en una persona con antecedentes previos de obesidad que la de un individuo sano, o en un adulto joven que en una persona más mayor.

Muchas personas caen rendidas por la siesta y después despiertan sin recordar quiénes son o en qué planeta se encuentran. Sin embargo, ceder a este simple placer con frecuencia podría significar que algo no va bien. Science Alert concluye que las siestas regulares y frecuentes se correlacionan con un mayor riesgo de hipertensión y accidente cerebrovascular. Es muy posible que los malos patrones de sueño sean el problema, pero todo esto comienza desde que somos pequeños. Estas siestas podrían trastocar un descanso ideal.

El problema de que los niños duerman la siesta

No se puede generalizar, pero en la mayoría de los casos, los niños de más de tres años que vayan a la escuela no necesitan dormir la siesta. Según un estudio con niños japoneses, reduce el tiempo que pasan en la cama y la duración de su descanso nocturno, e incrementa la latencia de sueño, es decir, el tiempo que tarda el niño en quedarse dormido. Es negativo porque el sueño de la noche es más crucial para el desarrollo de las funciones cognitivas que el diurno. Cuanto más largas eran las siestas en niños de 2 a 5 años que participaron en la investigación, más tarde se acostaban en la noche correspondiente

También hay estudios que aseguran que echarse una siesta de 30 minutos por la tarde de forma rutinaria reduce un 30 % los accidentes cardiovasculares en individuos sanos. Cuando se alarga hasta los 60 minutos, se vincula a un incremento del riesgo cardiovascular, hipertensión, diabetes tipo 2 y síndrome metabólico en personas mayores. Se sabe que el sueño fragmentado y reducido altera la percepción y la tolerancia al dolor, mientras que este provoca a su vez un sueño fragmentado y reducido.

“Es una desgracia que en este país se aborten 100.000 niños al año”