Qué fue de… las cangrejeras
Las zapatillas, estéticamente discutibles, que todos adoramos por los recuerdos que evocan
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Normalmente cuando no sabemos qué decir de algo que no nos acaba de convencer, solemos decir que es gracioso o divertido, ya sea de una persona, un animal o una cosa. Algo así nos sucede a la mayoría de los mortales con las cangrejeras.
Tenemos sentimientos encontrados con este calzado que por un lado, no es muy cómodo ni especialmente bonito, pero que todos adoramos por los recuerdos veraniegos que nos trae. Aunque estaban pensadas para salvar las piedras en el río y no dejarte los pies en el intento, las utilizábamos para todo.
Como recuerda el libro ‘Yo fui e EGB 2’ de Javier Ikaz y Jorge Díaz (Plaza y Janés) “la hebilla se te clavaba y el dedo meñique siempre se te salía por el agujero, además de tener que quitártelas cada vez que se te metía una piedrita. Al final del verano todos acabábamos con sus rayas tatuadas en el pie por ser la única parte del cuerpo a la que no le daba el sol”. A pesar de que resbalaban y su hebilla se oxidaba, fueron y siguen siendo un absoluto éxito cada época estival.
Si pensamos en cangrejeras pensamos en 'Verano Azul', en balones de Nivea, en la colchoneta de loneta roja y azul... y se nos viene a la cabeza el resto del atuendo veraniego de los 80 que se componía de vestido de indio con flecos cortados, una visera descapotable, riñonera y una burbuja para nadar en la playa.
Por el bien de la sociedad, algunas de estas prendas han desparecido de nuestro fondo de armario, pero las cangrejeras no. Nadie pensó que ese complemento tan icónico de los años 80 sobreviviría al paso de los años reinventándose, innovando en materiales, colores y estilos. No hay temporada veraniega que grandes firmas como Gucci, Yves Saint Laurent, Chanel o Marc Jacobs, hagan un guiño a estas zapatillas. Conocidas tiendas de ropa como Zara y famosas modelos como Alexa Chung, también rescatan año tras año este zapato de goma.
HISTORIA
No queda queda del todo claro el origen exacto de este tipo de calzado. Vogue París apunta que las “méduse” o “jellies” en inglés (llamadas así por su aspecto gelatinoso) se crearon en 1946, ante la escasez de cuero de los tiempos de posguerra. Otras fuentes defienden que este calzado surgió del auge repentino del plástico de finales de los años 50.
AÑOS 50-60
En esta década, la fiebre del plástico se encontraba en todo su apogeo. Era increíble la cantidad de objetos que se fabricaban con este material. Esto se trasladó al sector del calzado, que comenzó a experimentar con el novedoso PVC y el modelo cangrejera triunfó por ejemplo en Australia con las Talisman T-Bar.
COMIENZO EN LOS 70 Y BOOM DE LOS 80
El boom de la cangrejera tuvo lugar en Brasil en 1971. Fue entonces cuando Alexandre y Pedro Grendene fundaron en Farroulpilha una fábrica que hacía corchos de plástico para vino. Con el paso de los años Grendene se ha convertido en una empresa de calzado líder, gracias a la creación de la marca Melissa en 1979.
ESTALLIDO DE COLOR Y SALTO A AMÉRICA
En 1981 un banquero estadounidense llamado Preston Haag viajó a Sudamérica buscando negocio para invertir. En una fiesta en casa de un embajador quedó sorpendido por los coloridos zapatos que llevaban las mujeres. Hizo un pedido a Grendene y las presentó en la Feria de Knoxville. Así la cangrejera se expandió por todo el continente americano.
LOS 90: RENOVARSE O MORIR
Después en los años 90, volvieron pero con un elemento diferenciador; en algunas de ellas aparecía el tacón. Un elemento que pasó a convertir estas sandalias de playa en un calzado más para el día a día, para conseguir un look informal o incluso para ir de fiesta.
Conocidas como 'jelly sandal' en EE.UU, 'T-bar' en Australia, 'Méduse' en Francia o 'Skippy' en Argentina, son todo un icono del diseño del siglo XX. Puedes escoger las de toda la vida, adornadas con joyas e incluso con muñecos para los más pequeños. Sus precios oscilan entre los 1.000 y los 14 euros. Puede que las ames o las odies, pero una cosa está clara: no hay verano sin cangrejeras.
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