ALMERÍA
Menús que dignifican: un día en las cocinas solidarias de Almería
En Cruz Roja, de la mano de cocineros y empresas almerienses, se raciona comida caliente para las familias más desfavorecidas durante la crisis de la Covid-19.
Almería - Publicado el
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A mitad de abril Isa recibió una llamada de Mariela. Isabel Monedero, responsable provincial del Departamento de responsabilidad social, alianzas con empresas y marketing de Cruz Roja, explica sonriente y emocionada cómo reaccionó ante la propuesta de la cocinera Mariela Pérez de empezar a repartir menús a las personas más vulnerables de Almería. “Al principio lo vi bastante faraónico”, reconoce Isabel, “porque organizarlo todo cuesta mucho, pero poco a poco fue cuajando considerando que es la primera vez que se hace algo así en Almería. Está saliendo muy bien”.
LA INICIATIVA
Todo se puso en marcha el cuatro de mayo. Un grupo de cocineros almerienses, Jose Manuel Berenguer, Tolo Castillo, Patricio Úbeda y Mariela Pérez, junto a alhóndiga La Unión y a empresas de la provincia, son los artífices de la elaboración de 900 menús semanales para repartir entre las familias más desfavorecidas hasta finales de este mes.
Las cocinas de Casa Rafael han acogido a estos titanes solidarios que son, según Isabel, “los que tienen todo el mérito”. La responsable provincial destaca el trabajo de los cocineros y todos los que hacen posible la elaboración de los menús; “nosotros solamente hemos sido los recepcionistas de esa solidaridad”.
El CENTRO DE ATENCIÓN SOCIAL DE ALMERÍA
Las bolsas salen diariamente a las nueve de la mañana de Casa Rafael y llegan minutos después al Centro de Atención Social de Almería, de Cruz Roja, donde se distribuyen y racionan. En total, 180 menús se descargan del camión frigorífico y se empiezan a repartir, antes incluso de que se acaben de descargar las últimas bolsas. El ritmo es frenético. El pico de trabajo sube en cuanto llegan los menús. Según Jose Molina, veterano de Cruz Roja, es una pasada y una gran recompensa ver cómo los reciben los usuarios. “Llevo ya muchos años de voluntario”, continúa Jose “salgo a asentamientos, estoy en varios proyectos y todos los hago con mucha ilusión. Soy feliz ayudando”. Describe la iniciativa de repartir menús al voluntariado como muy chula: “La gente lo agradece mucho y se ponen muy contentos”.
HACIA LOS ASENTAMIENTOS
Todos los lunes, miércoles y viernes se reservan 50 de esos menús solidarios para los compañeros de UES (Unidad de Emergencia Social). Los martes y jueves se guardan para los de asentamientos.
Alrededor de las diez de la mañana se cargan las bolsas en la furgo. Sale el voluntariado de asentamientos. Es su turno. Unos se dirigen a levante y otros a poniente. Cargados con los menús y los alimentos, que también reparten en un servicio cotidiano, se ponen en marcha para llegar a las familias más desfavorecidas de la provincia.
Una de esas visitas les conduce hasta una pequeña casita en un paraje de Cabo de Gata. Allí vive Semira, una joven marroquí de 29 años, con su marido y sus tres hijos. “Me parece muy bien que se repartan menús porque a veces no tienes nada que cocinar”, admite Semira rodeada de sus hijos en el modesto salón de su casa. “Con vuestra ayuda podemos comprar cosas de lujo para nosotros, como ropa y zapatos nuevos” añade con un es-pañol perfecto. No es casualidad puesto que aprendió el idioma de la mano de los volunta-rios de la oenegé: “me esforcé mucho en aprender para poder ir sola al médico con mis hijos y que mi marido no tuviera que dejar de trabajar.”
HACIA LAS PERSONAS SIN HOGAR
La situación es difícil. No solo para las familias sino también para las personas que viven en la calle. Son las siete y los voluntarios de UES salen a repartir alimentos y menús a los más vulnerables de la ciudad. Allí es donde se pueden encontrar historias realmente conmovedoras. “Vivo con un pie en la calle y otro dentro”, comenta Julián Martínez, uno de los usuarios. “El coronavirus nos ha afectado bastante”, confiesa el almeriense, que no tiene ingresos y sufre una minusvalía. “Gracias a Cruz Roja y a Cáritas estamos saliendo adelante, por lo menos la comida sí la tenemos”.
Otras personas se encuentran en situaciones aún más desfavorecidas “cuando mi hermano murió me quedé en la calle” explica Manuel Gómez. Es madrileño, lleva dieciséis años en Almería y unos cuatro viviendo en la calle. Su gratitud es infinita: “la verdad que yo me he quedado sorprendido, hay muchísima gente buena. Hay mucho corazón.”. No se mueve mucho de las cuatro calles que rodean el banco en el que tiene sus cartones y mantas más que para ir a “pasear, buscar en los contenedores y buscarse la vida” si no coincide con la gente que conoce y le ayuda. “A mí me va estupendísimo todo lo que sea comer. La ayuda que recibo de Cruz Roja es un mundo”, declara Manuel entre agradeci-mientos.
Cocineros, empresarios, trabajadores y voluntarios continuarán poniendo su gratino de arena para seguir dignificando a aquellos a los que el virus les ha arrebatado lo poco que tenían.