Sebastián Álvaro: “Me hierve la sangre cuando veo las colas de turistas para escalar el Everest"

El ex director de “Al filo de lo imposible” presenta su “Everest: el enigma de Irvine y Mallory”: “Era una gran aventura que pretendía reconciliarse con la vida tras la Guerra"

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Sebastián Álvaro: “Me hierve la sangre cuando veo las colas de turistas para escalar el Everest"

Toni Cruz González

Córdoba - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

La historia dice que el Everest, el punto más alto del planeta fue alcanzado por primera vez en 1953 por el neozelandés Edmund Hillary junto al sherpa Tenzing Norgay. Al menos, oficialmente. Porque en 1924 dos montañeros británicos, George Mallory y Andrew Irvine, pudieron hollar su cima antes de fallecer sumidos en la nieve. En 1999 una expedición dirigida por Eric Simonson buscó y encontró el cuerpo de Mallory a 521 metros de la cumbre, pero la ausencia -entre otras cosas- de la foro de su mujer aumentó la leyenda, porque le había prometido que dejaría su retrato en la cima. Los historiadores Breashears y Salkeld consideran que “la muerte de estos dos héroes nos recuerda una época en la que todavía había momentos triunfantes de exploración en este planeta, cuando las laderas de los picos más altos del mundo no estaban pisoteadas y la forma de la gran montaña solo podía imaginarse”.

De esa misma opinión es el escritor y aventurero Sebastián Álvaro, en su día director del exitoso programa “Al filo de lo imposible”. Álvaro presenta este martes en el Rectorado de la UCO (19:00) su libro: “Everest: el enigma de Irvine y Mallory” y en unos días se marchará a una latitud algo más fría: “Estoy estupendamente, pero estresado porque la semana que viene estaré navegando hacia la Antártida. Esperemos que no haya riesgo de Covid allí”; bromea.

Para responder detenidamente al enigma es preciso, lógico: “comprar el libro. He tratado de recuperar la memoria de la generación de aventureros y exploradores y alpinistas románticos más importantes de la historia. También demostrar el mundo geográfico-físico en el que sorprende lo poco que sabíamos hace un año de Asia Central y al mismo tiempo ponerme en la cabeza de esos exploradores y saber qué sentían o pensaban”.

No se puede obviar que para un reto tan titánico los finados Mallory e Irvine usaban lo que en 1924 era lo más avanzado contra el frío, pero que ahora resultaría una temeridad: “Iban con camisas de franela, bufandas, gabardinas Burberry y salacot y en lugar de crampones, botas con herrajes. Y así, vestidos de esa forma, tuvieron la osadía de tratar de conquistar la montaña más alta del Mundo, que es demasiado alta, prácticamente en la estratosfera. Y lo hicieron con una clase y estilo típicamente británicas. Eran aventureros completos: cartógrafos, músicos, cirujanos, exploradores… algo que hoy en día ya no es posible. Era una gran aventura que pretendía reconciliarse con la vida después de la gran carnicería de la Guerra Mundial. En pos de ese sueño lo dieron todo. Harald Berger dijo una vez: “Hemos subido a la cumbre del K2 y hemos dado todo lo demás a cambio””.

El dinero no movía a los dos aventureros, pero -matiza Álvaro- “hoy tampoco. Nunca nadie ha pagado por escalar una montaña, pero el alpinismo nos hace mejores personas. Al filo de lo imposible precisamente reconcilió a nuestro país con la aventura moderna. Cuando empezamos lo menos que nos llamaran era locos. Y, sin embargo, "El Hombre y la Tierra" de Félix Rodríguez de la Fuente y "Al filo de lo imposible" cambiaron la mentalidad de la sociedad española y nos ayudaron a tener una sociedad más civilizada”.

Como amante de la montaña, cuando Sebastián Álvaro ve colas para subir al Everest: “Me hierve la sangre, porque es una falta de respeto y una tragedia. Han convertido la montaña más alta del mundo que esos alpinistas románticos pretendían conquistar en la feria de las vanidades. Primero masificaron la montaña, luego la banalizaron y por últim la secuestraron a favor de cuatro agencias nepalíes que se reparten una millonada cobrando entre 40.000 y 130.000 euros para que puedas pensar que has subido a la montaña de la tierra y te puedes comparar con Irvine y Mallory. Nada más lejos de la realidad. Ahora es un circo”.

Álvaro es poco partidario de dar consejos, pero le diría a los aventureros en potencia que “se abran al mundo de la aventura y a las dos fórmulas de conocimiento que tenemos hoy en día: leer y viajar. Si además puedes ir a las montañas más altas de la tierra, con prudencia y conocimiento, les va a ir muy bien”.

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