El testamento del soldado de la Armada Invencible que se cumplirá 435 años después en San Agustín

El alférez Antonio de Ulloa fue ejecutado en Galway en 1588 y en su testamento recuperado en un libro de Pedro Luis Chinchilla solicitaba misas por su alma en la iglesia cordobesa

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El testamento del soldado de la Armada Invencible que se cumplirá 435 años después en San Agustín

Toni Cruz González

Córdoba - Publicado el - Actualizado

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A la Armada Invencible le pusieron ese apelativo precisamente quienes la vencieron. Felipe II fletó en 1587 la que llamó Grande y Felicísima Armada con 154 navíos que pretendían devolver a la fuerza a la Inglaterra de Isabel I al catolicismo. El Imperio Español era entonces hegemónico y la empresa no parecía descabellada. Sin embargo, la muerte por tifus en Lisboa de Don Álvaro de Bazán -primer Almirante destinado a comandarla-, la incompetencia y temor de su sustituto el Duque de Medina Sidonia, la pericia y superioridad de la flota inglesa que además jugaba en casa y la adversidad del clima provocaron la derrota más recordada de todos los tiempos (especialmente por quienes la infligieron, que suelen olvidar el fracaso de su Contra-Armada liderada por el pirata Francis Drake.

Tras la derrota en aguas británicas, los galeones de la Armada trataron de regresar a España de cualquier modo. Algunos acabaron en las costas de Irlanda, donde naufragaron por una fuerte tempestad. Allí fueron después apresados por los ingleses que ocupaban la Isla Esmeralda. En total se cree que 3.000 soldados imperiales acabaron en las mazmorras de las fortalezas irlandesas. Al temer que pudieran rebelarse, fueron ejecutados por orden del gobernador el inglés del condado de Connaught.

Uno de esos desafortunados preso en Galway fue el Alférez Antonio de Ulloa y Sandoval, cuya historia ha rescatado del Archivo de Simancas el investigador Pedro Luis Chinchilla en el libro “Los prisioneros de la Armada Invencible”. Ulloa redactó el 5 de octubre de 1588 su testamento y se encomendó a la Virgen de las Angustias de la Iglesia de San Agustín... de Córdoba.

“Mando que se digan por mi ánima en los Mártires de la Puerta del Colodro cinco misas por los Bienaventurados Mártires, para que ellos me sean intercesores a mi Señor Jesucristo, que me perdone mis pecados”, redacta con evidente nostalgia y premura Ulloa. No nombra a la ciudad de Córdoba, pero no existe otro convento de los Santos Mártires en la Puerta del Colodro.

A España el testamento de Ulloa llegó por mediación de Baltasar López del Árbol, un alférez de los Tercios, quien escribió al general Hernando Hurtado de Mendoza para informarle. De ahí pasó el testamento a dos católicos irlandeses que escapaban de la persecución protestante.

Pues bien, 159.030 días después (más de 435 años) se cumplirá la última voluntad de Don Antonio de Ulloa y Sandoval. La Hermandad de Las Angustias tuvo conocimiento de que en ese testamento -que en primera instancia se envió por error a Toro- rogaba “que se digan siete misas a los siete traspasos que Nuestra Señora que tubo cuando bido a su Ygo presioso en el arbor de la + (Cruz) para que ella me sea mi intercesora con su Ygo (hijo) presioso, que se duela de mi alma y me resiba en su santa gloria”. En consecuencia, la Junta de Gobierno de esta Hermandad decidió encuadrar esta petición en el Solemne Septenario en honor a la Señora de las Angustias.

Hemos hablado con el investigador yeclano Pedro Luis Chinchilla -quien vendrá a Córdoba para el recuerdo al Alférez- y con Jesús Sánchez, Rector de Culto y Formación de la Hermandad de las Angustias.

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