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El viernes pasado íbamos por el paseo del Odiel y nos sorprendió el color turquesa del agua de la ria. Nos paramos un momento a contemplar la belleza del paisaje.
La marea estaba muy baja. La abundante vegetación marina nos separaba de la orilla (foto ilustrativa) Y, mientras nos recreábamos con tanta perfección, nos llegó a nuestro olfato el olor de la marea baja.
Era un fresco olor a algas marinas verdes. Si me preguntaras cómo es, en qué consiste, sólo podría decirte que es fascinante, imposible de describir.
Estábamos ante un paisaje precioso de agua, plantas y sol, del que obteníamos el olor sublime y sutil de la marea entrando y saliendo, impulsadas por fuerzas elevadas como la atracción de la luna.
De vuelta a casa, todavía impresionados por el color y el olor de la ría, nos dio por comentar otros olores característicos de Huelva.
Cómo es el olor a Azahar (flor del naranjo), que necesita calor y mucha luz, siendo Huelva una ciudad ideal para colmar nuestras calles de tales árboles de mediano porte.
Huelva huele a azahar cuando “Victoria, la Reina del Polvorín, baja sembrando flores de primor por la Alameda, perfumando el aire de azahar por las estelas...” (Rafael Prada).
Huelva huele a primavera, a jara, a tomillo y a romero cuando va por los caminos del Rocio, y se embriaga del olor de la marisma al entrar con el Simpecado de la Hermandad el viernes por la noche.
El olor a invierno, estos días, mezcla entre tierra mojada, humedad y aire frio del mar, dependiendo de por donde sople el viento.
Los que viven en las playas al lado del mar, también pueden oler a salitre, a olas bravas y agua fría salpicándote en la cara.
Al llegar a casa, y abrir la puerta, nos recibió un rico olor a puchero, recién cocinado. Nos miramos y dijimos. En este olor también está Huelva. ¡BUENAS TARDES!
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