Madrid - Publicado el - Actualizado
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La inédita y sorprendente historia acabó con un final feliz.Sucedió el 18 de enero de 2018, a 10.000 metros de altitud, en el viaje de avión de la comitiva papal desde Santiago de Chile a Iquique, al norte del país. El Papa Francisco saludó a toda la tripulación que le acompañaba en el desplazamiento aéreo; entre ellos, dos asistentes del vuelo: Paula Podest, de 39 años y Carlos Ciuffardi, dos años mayor, que le pidieron que les bendijera los anillos. El Santo Padre les preguntó, con la espontaneidad que le caracteriza, si estaban casados. Éstos le contaron que se habían casado civilmente en 2010 y que tenían dos niñas de 6 y 3 años; también le explicaron que no pudieron hacerlo por la Iglesia Católica porque un terremoto arrasó la iglesia de su pueblo, y no encontraban el momento oportuno. Entonces, el obispo de Roma ejerció de pastor con “olor a oveja”, y provocó un diálogo conmovedor orientado a regularizar esta situación matrimonial. Puso en práctica lo que en más de una ocasión ha señalado: “No cierren la salvación de las personas dentro de las constricciones del legalismo. El derecho está orientado a la salvación de los hombres”. Su liderazgo mundial se debe a la gracia especial que le asiste, y en este caso nos regala una maravillosa lección. Se hizo cargo de la situación con rapidez de reflejos y salió al encuentro:—“¿Quieren que les case?”. Ellos, impresionados, no daban crédito a lo que estaba sucediendo y de inmediato asintieron embargados por la emoción. En ese momento evocaría su intensa actividad sacerdotal, cuando era el joven padre Bergoglio, con novios y matrimonios en las parroquias de Buenos Aires. Con su frescura y cercanía entabla con la pareja chilena un breve diálogo que nos recuerda al amor misericordioso de Jesús de Nazaret con la samaritana en el pozo de Sicar; eimparte un curso de preparación al matrimonio, que pasará a los anales de la historia. Para cerciorarse y discernir las disposiciones de los contrayentes, al objeto de poder recibir este sacramento, les pregunta: —“¿Se quieren?”. —Sí, sí, asintió cada uno. Acto seguido insiste de forma amable para disipar dudas, y que pudieran otorgar su consentimiento de forma libre y responsable: —“¿Estáis seguros?”. Al confirmarle de nuevo que sí, les señaló una propiedad esencial del matrimonio: si se comprometían para toda la vida; a lo que de nuevo manifestaron su anuencia. —“Bueno, pues entonces les caso”. En ese momento —todo había sucedido de forma espontánea—,en un folio se levantó el acta matrimonial, cuyo texto recoge los nombres de los dos contrayentes, la fecha y el lugar, con la presencia de dos testigos: el presidente de la aerolínea LATAM y un sacerdote del vaticano. Para concluir: “…siendo el Santo Padre el Papa Francisco quien ha tomado el consentimiento”, y la rúbrica de todos los asistentes. El pastor de la Iglesia universal aprovechó la ocasión para lanzar un mensaje “urbi et orbi” con este sucedido, que vale más que mil palabras: “Este es el sacramento que hace falta en el mundo”; y su deseo: “Ojalá que este ejemplo motive a otras parejas a contraer matrimonio”. En la divertida tertulia que se organizó en los asientos del avión, con su ironía y gracejo típicos, hizo gala de su larga experiencia pastoral con un sabio consejo: “Las argollas (los anillos) no deben usarlas muy apretadas porque torturan; pero si se utilizaban muy sueltas se caían”. Y para rematar la faena, entre risas y emociones, se dirigió bromista a Carlos, para subrayar que la relación de un hombre y una mujer se basa en el amor: —“¿Sigue siendo la jefa en el avión?” (se conocieron trabajando en el avión); a lo que contestó Paula con igual desenfado: —“Por eso funciona el matrimonio”. Esta historia de película acabó con la aclamación general: ¡que se besen, que se besen! Esta pareja nunca hubiera imaginado que ese día bajarían del avión habiendo recibido este sacramento. El Papa Francisco nos anima a que salgamos a la “periferia” para “hacer lío” realzando la belleza del “sacramentum magnum” (por amor y para siempre), que lo distingue esencialmente del matrimonio civil. Cuántos familiares y amigos esperan que los ayudemos para remover sus posibles dificultades.