Va a un pueblo de Jaén donde viven tres familias y alucina con la historia de su nombre: "Por un hombre bajito"
Un vecino de la provincia se ha propuesto mostrar los rincones más bonitos de la zona y se ha quedado con la peculiar anécdota que rodea a una aldea

Una de las casas de Venta de Pantalones
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En plena campiña jienense, a solo 14,5 kilómetros de Martos y muy cerca del término de Alcaudete, se esconde una diminuta aldea que llama la atención no tanto por su tamaño —en ella residen apenas tres familias— sino por su nombre: Venta de Pantalones. Un topónimo que parece inventado, pero que esconde una anécdota tan real como entrañable.
“Aquí no se venden pantalones”, advierte con humor el creador de contenido conocido como @jaenero_, quien ha visitado este lugar y ha compartido su historia a través de las redes sociales. “El nombre viene de un hombre bajito que llevaba siempre unos pantalones enormes. Le decían el Pantalones”, explica. En su día, este personaje regentaba una venta —establecimientos típicos que ofrecían descanso y comida al viajero— y con el tiempo, el apelativo pasó a formar parte oficial del mapa.

Plantación de olivos en Andalucía
De Venta del Hombre de los Pantalones se simplificó a Venta de Pantalones, y aunque hoy queda poco de aquella venta original, el recuerdo de aquel vecino sigue grabado en la memoria popular. Su nombre figura en listados de pueblos con los nombres más curiosos de España, junto a otros como Guarromán o Villapene.
Paisaje, historia y casi ningún vecino
Esta pequeña aldea del municipio de Martos, junto al río Víboras, no solo sorprende por su nombre. Su valor paisajístico es notable. Rodeada por el infinito mar de olivos típico de Jaén, ofrece vistas espectaculares, pozas donde refrescarse en verano y caminos para el senderismo que conectan con lugares de gran interés natural y arqueológico, como la Sierra de la Caracolera o la Sierra Ahillos.
En invierno es difícil encontrar a alguien por allí. El Instituto Nacional de Estadística no la registra como núcleo habitado, sino como parte de los “Diseminados” del municipio. Sin embargo, en los meses estivales y los fines de semana, algunos marteños y alcaudetenses se desplazan a pasar unos días entre naturaleza, silencio y recuerdos.
Además de su belleza, la zona también fue escenario de episodios bélicos. Durante la Guerra Civil, el 3 de octubre de 1936, catorce personas fueron ejecutadas en esta aldea o en sus alrededores. Y bajo los pilares del puente de Isabel II, aún se conservan inscripciones como “Viva Rusia” o “Viva la CNT”, posiblemente grabadas por milicianos o trabajadores de la zona en aquella época convulsa.
A escasa distancia se alza también un puente romano, testimonio del paso de la historia, junto a otro más reciente del siglo XIX, el del Tren del Aceite, una obra de ingeniería que hoy sigue impresionando por su tamaño y estructura metálica. El contraste entre ambos puentes, unidos por el cauce del Víboras, ofrece una de las imágenes más fotogénicas de la comarca.
Un nombre que se queda en la memoria
Que una aldea como Venta de Pantalones haya sobrevivido al paso del tiempo —al menos en la memoria— se debe tanto a su singular denominación como al empeño de vecinos y divulgadores por preservar su historia. “Es una pedanía muy, muy, muy pequeñita, con un lugar privilegiado”, subraya @jaenero_, quien se ha propuesto mostrar los rincones más bonitos y olvidados de su tierra.

Paisaje agrícola con olivos, campos de trigo y almendros que crecen en enormes plantaciones en Andalucía.
Lugares así demuestran que Jaén no solo vive en sus grandes monumentos o parques naturales, sino también en estos micropueblos, que albergan en sus nombres las huellas de generaciones enteras.
Y aunque probablemente nunca tenga más de tres vecinos fijos, Venta de Pantalones seguirá haciendo lo que mejor sabe: sorprender, arrancar una sonrisa y demostrar que la toponimia también tiene alma.