ANIMALES
Un perrito agresivo mordía a todos hasta que ocurrió lo que no imaginas
Pollete, un perro de raza American Bully no podía ni ver a otro perro, ya que se ponía a ladrar con mucha agresividad. Por suerte, Adrián Navarro pudo cambiar la actitud del perro
Málaga - Publicado el - Actualizado
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Pollete es un perro de raza American Bully que adoptó una familia de Sevilla. En principio, parecía que el perro no tenía ningún problema a la hora de relacionarse con los humanos, pero era imposible juntarlo con otro perro porque se ponía agresivo. Afortunadamente, en su camino se cruzó Adrián Navarro, fundador de LOPECAN, que gracias a sus métodos consiguió que Pollete socializará con otro perros y fuese feliz.
AMERICAN BULLY
El American Bully es, en líneas generales, una raza de perro ideal para tener en una familia ya que es noble, educado y tranquilo. En cuanto al físico, Adrián cuenta que es “como un Pitbull pero en chiquitito y con una espalda cuatro veces más fuerte. Es como el pinchado en el gimnasio”, bromea. Además, añade que en cuanto al carácter suelen ser perros “bastante cariñosos”, pero que también es cierto que son animales muy tercos y complicados, ya que “cuando se le mete algo en la cabeza ya no para”.
LA AGRESIVIDAD DE POLLETE
Pollete era un encanto cuando estaba en el hogar y en el ámbito familiar, pero el principal problema llegaba cuando había que sacarlo a la calle, ya que era tremendamente agresivo cuando se cruzaba con cualquier otro perro. “No sabemos con exactitud que le provocaba esa agresividad, el perro fue adoptado y posiblemente venía de ser un perro de pelea. Veía a otro perro y fuese la distancia que fuese se ponía a ladrar con ganas de matarlo”, apunta Adrián.
UN FIN DE SEMANA JUNTO A POLLETE
Para conocer el caso de cerca y pasar tiempo con el perro, Adrián tomó la decisión para que los dueños de Pollete fuesen junto al perro durante un fin de semana a Málaga. “Tuvimos un fin de semana intensivo y pasamos un montón de horas juntos. Empezamos por fuera de mi casa sacándole junto a hembras mías, al principio quería irse hacia ellas y después de casi 45 minutos dando vueltas conseguimos que pasara a otro estado y empezó a relajarse un poco”, comenta el fundador de LOPECAN.
EL PERRO DIO UN GIRO DE 180º
Tras un buen paseo, Adrián y la familia procedente de Sevilla dejaron que Pollete descansara un poco. Pero al poco tiempo, Adrián decidió sacar a todos los perros que tiene en su casa, que son muchos, para trabajar más concienzudamente el problema de la tolerancia. “Lo que buscábamos era que no se fuese para ningún perro con agresividad. Lo cansamos mucho y entonces empezó a responder bien, cambió un poco el chip. El perro dio un giro de 180º, pasó de querer irse a por los perros a correr al lado de ellos y disfrutar", afirma.
EL TRABAJO CONTINUÓ EN SEVILLA
Una vez que Adrián consiguió que Pollete cambiase considerablemente su actitud hacia otros perros, la familia decidió regresar a Sevilla. Pero el adiestrador les mandó tareas para seguir trabajando en el cambio de Pollete. “Les recomendé que había que seguir trabajando, por ejemplo, quedando con alguien que tuviese otro perro para simplemente caminar”, cuenta Adrián Navarro, que también añade para finalizar que “se ha roto la barrera que le impedía relacionarse por miedo o por malas experiencias, lo que está claro es que era una conducta de rechazo”.
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