Osmio, el metal precioso del futuro
El osmio ha irrumpido en la industria de los metales de inversión, aupado por su rareza, pureza y durabilidad, así como su potencial como material para joyas
Sevilla - Publicado el - Actualizado
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Quizá desconozcas por completo qué es el osmio, pero te aseguramos que de aquí a no dentro de mucho ese nombre acaparará muchas portadas de periódico. El elemento químico número 76 es un derivado del platino y, en su forma en polvo es bastante tóxico. Ha empezado a comercializarse cuando, gracias a los avances tecnológicos, se ha hallado una forma de convertirlo en cristal.
Es precisamente el alto costo de esa conversión, unido a su alta rareza y durabilidad —la mayor de los metales preciosos— lo que justifican que sea un metal tan valioso. Para muchos expertos es la nueva plata y oro, un elemento insustituible y que seguirá revalorizándose con el paso de los años. “Hemos empezado a incorporarlo a nuestros servicios de compra porque su potencial es enorme, estamos apostando mucho por un metal precioso que tiene un excelente porvenir”, explica Javier López Milán, CEO de SilverGold Patrimonio.
Su fortaleza no radica únicamente en su atractivo como metal de inversión, también como material de joyas, acentuado por un excepcional brillo entre el azul plata y el azul blanco. “Hemos visto una oportunidad en el mercado y hemos lanzado una tienda online que ofrece osmio tanto en piezas sueltas como complementos joyeros”, relata López, que se muestra muy satisfecho de su nueva línea de negocio, Osmio Inversión, un ecommerce que trabaja con artesanos expertos que saben sacar todo el potencial del metal.
2 siglos de historia condensados en 10 años
La historia se remonta a 1803, cuando el inglés Smithson Tennant encontró un residuo del platino al disolverlo en agua regia. Al ser un elemento altamente tóxico, apenas se le echó en cuenta… hasta que unos científicos suizos hallaron en 2014 la forma de cristalizar el osmio. Había motivos para creer que podría ser un metal excepcional: en comparación con el oro y la plata, cuya concentración en la tierra se podría acumular en un cubo de 60 y 24 metros de lado, respectivamente, el osmio podría almacenarse en una superficie de 2,4 metros, una diferencia abismal.
Su alta cotización se explica por el complejísimo y largo proceso para convertirlo en cristal, en el que intervienen hasta 50 variables interdependientes como la temperatura, la presión o el contenido del gas: en caso de que alguna falle, el proceso ha de repetirse desde 0, un riesgo importante a tener en cuenta. “No solo es un metal muy brillante y despampanante, también es un símbolo distintivo de alto poder”, cuenta el CEO de SilverGold Patrimonio, que especifica que, además, cada pieza independiente tiene un certificado de autenticidad que puede consultarse en Internet de forma sencilla.
Pero, ¿qué sentido tiene que cada división del osmio tenga un documento identificativo? Principalmente, porque su estructura es compleja…¡y única! Todas las piezas son diferentes entre sí, tienen un registro que permite identificarlas y se distinguen fácilmente del resto, de ahí que su falsificación sea prácticamente imposible. “El instituto del Osmio es el encargado de emitir estos documentos. Siempre que haya un intercambio de propietario, se deberá avisar a estos para que acredite el proceso, de ahí que cada transacción sea segura. Sea una joya o un pequeño lingote, estas deben incluir una etiqueta que te permite consultar online su autenticidad”, expresa López Milán.
SilverGold Patrimonio ha abierto una nueva línea de negocio aprovechando el tirón del nuevo metal precioso. Tras Invermoneda, tienda de lingotes y monedas bullion; y GoldenArt, comercio online de obras de arte y numismática, llega Osmio Inversión, espacio en línea que ofrece una amplia línea de joyas fabricadas con osmio por artesanos con décadas de experiencia. De h echo, incluye la posibilidad de que sea el propio comprador quien diseñe su propia joya, una personalización ideal para los que tienen gustos muy refinados.
Al llevar tan poco tiempo en el mercado, apenas 10 años de vida, su popularidad no está a la altura del resto de metales preciosos, pero será cuestión de tiempo hasta que sea muy habitual ver a personas llevando collares, relojes, pendientes o colgantes fabricados con osmio. Y será fácilmente percibible: todas sus miradas repararán en ese excelso brillo que te dejará con las ganas de tener uno.