La relación que tenían los primeros cristianos de Roma con la cruz: "Era una cosa absolutamente horrible"

Todos los que eran ciudadanos romanos estaban eximidos de morir así y, por ejemplo, a San Pablo le cortan la cabeza, probablemente para librarse de esto

Vista interior del Coliseo de Roma, la cruz en el centro
00:00
Herrera en COPE

Alberto Herrera conoce las curiosidades de la historia de Roma con la historiadora Ana Velasco

José Manuel Nieto

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Durante siglos, la cruz ha sido el símbolo por excelencia del cristianismo, pero no siempre fue así. En los primeros tiempos de la Iglesia, ese emblema sagrado que hoy corona templos y cuelga del cuello de millones de fieles era visto por los cristianos con auténtico horror. Como explicó la historiadora Ana Velasco en una conversación con Alberto Herrera en Herrera en COPE, para los primeros creyentes, la cruz era “una cosa absolutamente horrible”.

Vuelve a ver la sección de historia con Ana Velasco de este jueves 24 de abril
00:00

Vuelve a ver la sección de historia con Ana Velasco de este jueves 24 de abril

El símbolo del sufrimiento  

La cruz, antes de convertirse en icono de fe, era el instrumento de tortura más temido del Imperio romano. Ser crucificado significaba padecer una muerte lenta, pública y humillante, reservada a los peores criminales y a quienes carecían de ciudadanía romana. “Todos los que eran ciudadanos romanos estaban eximidos de morir así”, explicó Velasco. Y es que, como recordó en antena, no todos los habitantes del Imperio eran automáticamente ciudadanos.

Este privilegio jurídico es clave para comprender por qué San Pablo, uno de los grandes pilares del cristianismo, no murió en una cruz. “A Pablo le cortan la cabeza, probablemente para librarse precisamente de esto”, apuntó Velasco. Como ciudadano romano, tuvo derecho a una muerte considerada más digna, sin pasar por la tortura de la crucifixión.

Lugares ocultos en el tejado de la Basílica de San Pedro, Ciudad del Vaticano

Alamy Stock Photo

Lugares ocultos en el tejado de la Basílica de San Pedro, Ciudad del Vaticano

Este rechazo visceral al símbolo del suplicio explica por qué los primeros cristianos no lo utilizaban. No llevaban cruces ni las representaban gráficamente. En su lugar, empleaban símbolos alegóricos que aludían a Cristo y su mensaje: “las primeras representaciones son muy alegóricas”, detalló Velasco. Desde el pez que remite a la frase “pescador de hombres” hasta figuras como el pavo real, el pelícano o el buen pastor, estos elementos permitían evocar a Jesús sin recurrir a una imagen que les recordaba el sufrimiento extremo.

De persecución a consolidación  

Los inicios del cristianismo en Roma estuvieron marcados por la persecución y el desconcierto. Las autoridades romanas no sabían cómo encajar esta nueva fe. “Al principio, los romanos no saben muy bien qué son los cristianos y los persiguen fundamentalmente por ser judíos”, explicó la historiadora. Al mismo tiempo, los propios judíos los perseguían por no ser lo suficientemente fieles a su religión. En ese contexto hostil, Nerón jugó un papel decisivo.

Tras el gran incendio de Roma en el año 64, el emperador necesitaba un culpable. Según historiadores como Tácito, Nerón encontró su chivo expiatorio perfecto en los cristianos, iniciando así una persecución feroz. Fue entonces cuando San Pedro y San Pablo fueron martirizados. El apóstol Pedro, según la tradición, murió crucificado boca abajo en el Circo de Nerón, cerca del actual emplazamiento de la Basílica de San Pedro, y justo ante el mismo obelisco que todavía hoy puede contemplarse en la Plaza.

No fue hasta el Edicto de Milán en el año 313, con el emperador Constantino, cuando el cristianismo obtuvo un reconocimiento legal. A partir de entonces, la percepción de la cruz comenzó a transformarse. “A medida que va teniendo peso la religión romana y la población romana, lo que vamos a tener es que Jesús se encarna en personaje, en imagen”, dijo Velasco. Solo con el paso del tiempo, la cruz dejó de ser un instrumento de muerte para convertirse en el símbolo universal de la redención.

Vista de la Basílica de San Pedro y su fachada con esculturas, obelisco y cúpula con cielo azul.

Alamy Stock Photo

Vista de la Basílica de San Pedro y su fachada con esculturas, obelisco y cúpula con cielo azul.

Este cambio profundo, tanto espiritual como cultural, marcó el nacimiento de la iconografía cristiana tal como la conocemos hoy. Y en este proceso, la cruz dejó de ser motivo de espanto para convertirse en la imagen que resume el misterio central de la fe cristiana.

Herrera en COPE

Herrera en COPE

Con Carlos Herrera

Lunes a viernes de 06:00h a 13:00h

Programas

LOS ÚLTIMOS AUDIOS

Último boletín

13:00H | 27 ABR 2025 | BOLETÍN