La historia de Roberto: el luthier que envía violines desde Avilés a toda Europa
Ocho de cada diez instrumentos de los que fabrica son para fuera de Asturias. Hasta hace tres años trabajaba por encargo y llegó a acumular tres años de lista de espera

Roberto Jardón fabrica violines desde Avilés para toda Europa
Oviedo - Publicado el
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El violín es uno de los instrumentos más especiales que existen. Rodeado también de mitos y leyendas, un instrumento delicado y con un complejo proceso de creación. Un proceso que conoce bien Roberto Jardón, que lleva fabricándolos más de 30 años. Desde el año 2000 lo hace ya en su despacho de Avilés, en la Plaza Álvarez Acebal. Cerca del Conservatorio, donde muchos de esos violines acaban llegando. Pero también llegan fuera de la ciudad y fuera de Asturias. El 80% de los violines que construye salen del Principado, cuenta en COPE Avilés: “Me han llegado encargos desde toda España y de otros países”. Ahora ya no trabaja por encargo. Llegó a acumular tres años de espera. Prefiere trabajar más relajado.
Roberto Jardón se define como “constructor y restaurador de instrumentos de la familia del violín”. Y es que se encarga precisamente de eso. De crear estos instrumentos tan delicados, algo que tiene una complejidad extrema: “Los violines y los instrumentos de su familia se construyen con madera, con madera esculpida. Lo más interesante es pensar que son instrumentos cuya función principal a parte de la comodidad al tocarlos es que suenen. Que tengan un sonido potente sobre todo y que llegue. Y que tengan como una voz bonita. Y ahí está el problema. Cada instrumento tiene que concebirse por separado aunque sean el mismo modelo. Hay que hacer modificaciones para conseguir el objetivo acústico. Eso es lo complicado”. Suena difícil.

Un proceso de la elaboración de los violines en el estudio de Jardón
trabajos por encargo
Sobre todo cuando llegan los encargos concretos de intérpretes que quieren un objetivo acústico concreto. Durante muchos años trabajó por encargo, pero ahora ha cambiado: “Estuve trabajando en la producción propia de instrumentos hasta la pandemia por encargo hasta la pandemia. Llegué a tener más de tres años de lista de espera. Era una situación de presión y ahora decidí no aceptar encargos. Voy haciendo modelos y cosas que me estimulan más y se van vendiendo. Es una situación más relajada para mí”. Sus violines llegan a otras partes de España y del mundo: “Trabajamos para muchos profesores de primera fila, intérpretes, solistas... Somos afortunados”. Aunque también hay un hueco para el mercado local: “Asturias tiene mucha vida musical. Hay varios establecimientos. Pero hay regiones que no tienen. Si no tienen es que no hay suficiente demanda”

Estudio de Roberto Jardón en Avilés
¿De dónde nació el interés?
Lo suyo es de vocación. Desde pequeño se interesó por estos instrumentos. Pero no para tocarlos. Para fabricarlos: “Fue una cosa muy natural, sentí atracción gigantesca en la infancia y adolescencia a la música clásica y especialmente a los instrumentos de cuerda frotada. Fue permaneciendo en mi cabeza, la curiosidad del proceso de construcción... Yo estudié filosofía y llegó un momento en el que quise apostar por esto”.