Fraudes digitales, mucho más que el 'phishing': un experto explica cómo ocurren y cómo protegerse
El abogado asturiano Jorge Álvarez de Linera ha desvelado en COPE que los ciberdelincuentes ya emplean Inteligencia Artificial para robar en cuentas y tarjetas bancarias
Oviedo - Publicado el
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Los fraudes digitales son una preocupación creciente en nuestra sociedad actual. Entre ellos, el "phishing" es uno de los más conocidos, donde los delincuentes se hacen pasar por entidades confiables para obtener información personal y financiera de sus víctimas. Estos fraudes pueden finalizar con la desaparición de dinero de nuestras cuentas bancarias o tarjetas de crédito, y en algunos casos, es difícil recuperar los fondos.
Cada vez es más común escuchar sobre conocidos que han sido víctimas de fraudes digitales. A menudo, estos fraudes implican pequeñas cantidades de dinero que la gente no se molesta en reclamar. Sin embargo, en muchos casos, las pérdidas pueden ascender a cientos o miles de euros. Según el abogado especialista Jorge Álvarez de Linera, suelen recibir consultas cuando la cuantía "robada" supera los 600 euros.
La complicidad involuntaria de las víctimas
Los delincuentes suelen engañar a las víctimas, haciéndose pasar por su banco, Hacienda, la Seguridad Social, Correos, u otras entidades que imponen respeto o confianza. Solicitan una serie de datos que los clientes, confiados, facilitan. Este acto de proporcionar información crítica es, en esencia, dar "la llave de la caja" a los ladrones.
A pesar de que los clientes pueden cometer imprudencias al facilitar datos, salvo en casos de imprudencia muy grave, se puede reclamar al banco. Los bancos son responsables de custodiar nuestros ahorros y, en la mayoría de los casos, la imprudencia del cliente no se considera grave, por lo que el banco debe devolver el dinero perdido. Los delincuentes, gracias a su “profesionalidad”, logran hacerse pasar por entidades bancarias de manera convincente, engañando a las víctimas.
Además, el abogado asegura que ahora, con la inteligencia artificial, los delincuentes están modificando su forma de actuar y haciéndolo todo más sofisticado y creíble. Utilizan técnicas avanzadas para sustituir voces de personas conocidas y aparentan usar los números de teléfono de contactos familiares. Esto hace que los fraudes sean más convincentes y difíciles de detectar.
Los fraudes digitales y la responsabilidad de los bancos
Pero hay muchos otros casos en los que el cliente no tiene participación alguna y entonces te preguntarás: Si el cliente no tiene participación, ¿cómo puede ser que le vacíen la tarjeta o la cuenta? La respuesta es sencilla: por varias vías. Por ejemplo, mediante medios electrónicos los delincuentes consiguen “clonar” la tarjeta y, a partir de ahí, burlar los sistemas de seguridad del banco. Por esta vía tienen muchos medios para intentarlo… Lo intentan y, en ocasiones, lo consiguen. Además, según las palabras del abogado Jorge Álvarez de Linera, también hay casos en los que cuentan con ayuda interna de empleados de empresas que manejan datos del cliente, quienes se corrompen y facilitan esos datos al delincuente.
Claro que, en la mayor parte de estos casos, el banco tiene responsabilidad por no haber funcionado los sistemas de seguridad o incluso por no tener siquiera unos medios de seguridad adecuados y, sobre todo, porque no ha mediado imprudencia grave del cliente.
Es decir, que, aunque hayamos pinchado donde no debíamos, en la inmensa mayoría de los casos, esas imprudencias no se consideran graves y, por aplicación de lo previsto en la Ley de Medios de Pago, se condena a la entidad bancaria a que nos devuelva el dinero que hemos perdido.
Cómo evitar a los ciberdelincuentes
Como ha sucedido toda la vida, el único medio que garantiza al 100% que no te roben tu dinero es no tener dinero. A partir de ahí, siempre hay algún riesgo, mayor o menor. Incluso aunque no tengas tarjeta de crédito ni banca electrónica, puedes ser víctima de un ciberdelito.
Evitar el riesgo total es difícil, pero hay formas de minimizarlo. La principal es nunca facilitar datos bancarios o personales por correo electrónico o por teléfono a personas cuya identidad no esté confirmada al 100%. Además, no utilizar nuestras claves cuando estemos conectados a redes Wi-Fi abiertas. Establecer alarmas en el móvil, mediante SMS, para recibir avisos cada vez que se use la tarjeta. Dedicar una tarjeta prepago para las compras online. Hay un larguísimo listado de cosas que hacer y no hacer para protegerse.