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"Me quedé paralizado al subir al avión. Estábamos muy pegados y no nos habían hecho ningún test"

Efrén, un pasajero del vuelo Madrid-Gran Canaria con la cabina llena, denunciaba que no se respetó la distancia de seguridad

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Los pasajeros de un vuelo de Iberia Express del domingo con ruta Madrid-Gran Canaria denunciaban a través de redes sociales la situación que tuvieron que vivir, ya que no se respetaba la distancia de seguridad entre viajeros. El avión iba prácticamente lleno y no se requirió a las personas en el aeropuerto de origen el documento acreditativo de que viajaban por una situación de fuerza mayor ni se les tomó la temperatura como medida preventiva ante la crisis del coronavirus.

Situación que se repetía ese mismo día en un vuelo Madrid-Tenerife, donde los pasajeros también denunciaban que no se guardaba la distancia mínima de seguridad entre personas, ya que se habían vendido los asientos del medio. Teresa, pasajera, decía que en ningún momento se nos requirió ningún documento y, por lo tanto, podría haber viajado quien quisiera. Nos sorprendió que cada vez entraba más gente y no quedaban asientos libres”.

En redes sociales se han compartido unas imágenes en las que se puede observar el avión, que iba prácticamente completo de aforo, y donde varios ciudadanos exigían responsabilidades ante lo que para ellos era un incumplimiento de las restricciones interpuestas por el Gobierno de España de distanciamiento social.

Patricia era una de las personas que volvía a su casa, en Gran Canaria, en ese vuelo. “Al llegar al aeropuerto de Madrid había medidas como mantener la distancia en la fila para pasar el control o agentes de la Guardia Civil en la puerta de embarque. Sin embargo, no nos pidieron el justificante que acreditaba por qué viajábamos”, aseguraba en los micrófonos de COPE Canarias.

Ella decidía volver a casa ya que es jugadora de Baloncesto y se ha suspendido la Liga. “Tenía que volver a casa porque sin trabajo no me iba a quedar en otra ciudad”, apuntaba.

Patricia fue una de las primeras pasajeras en subir al avión. Cuando observó la cantidad de personas que estaban entrando en el Boing se sorprendió, ya que insistía en que a la hora de comprar los billetes no se permitía adquirir el asiento del medio para mantener la distancia. “No sentíamos miedo, pero sí incertidumbre, no sabíamos lo que iba a pasar”, decía.

Efrén era otro de los pasajeros de este vuelo con destino Gran Canaria. En su caso, volvía a casa, ya que es estudiante de periodismo en Madrid y llevaba esperando más de 40 días para poder regresar a su ciudad de origen. Para él, era imposible seguir manteniéndose en la capital, ya que su situación económica no se lo permite. Por su parte fue uno de los últimos en subir a este avión y se dio cuenta de que la ocupación era casi del 100%.

“La situación fue indignante y de sorpresa, me quedé paralizado nada más subir al avión. Sabemos que hay poco espacio, pero me esperaba algo más de separación. Fue impactante, estábamos muy pegados y no nos habían hecho ningún test ni nos habían tomado la temperatura”, insistía.

Efrén y otros pasajeros comenzaron a ponerse nerviosos ante la situación que estaban presenciando en un vuelo programado solo para causas de fuerza mayor y, en el que veían que no se podía respetar la distancia de seguridad. “Pedimos explicaciones a las azafatas. Ellas llamaron al sobrecargo quien intentó tranquilizarnos sin éxito”, señalaba.

Sin embargo, los pasajeros querían que se presentaran las autoridades en el avión para garantizar que se estaban cumpliendo las medidas de seguridad impuestas. El comandante finalmente lanzó un mensaje de voz desde la cabina en el que aseguraba que se estaban cumpliendo todas las medidas legales, y terminaba insistiendo que “el que no quisiera volar podía bajarse”.

“No es tan fácil, todos volamos por una causa justificada no nos vamos de vacaciones”, apuntaba Patricia. Finalmente, ninguno de los pasajeros se bajó del avión.

En COPE nos hemos puesto en contacto con la compañía. Aseguran que, en el decreto que regula los desplazamientos por avión, no se pone ninguna limitación a las empresas acerca del número de pasajes que puede vender de la cabina, en cada vuelo, pero sí se señala que la compañía debe procurar la máxima separación posible.

Aseguran además que la atmósfera del interior del avión es tan limpia como puede ser la de un quirófano, gracias a que el aire se renueva cada 2 o 3 minutos, mediante la aportación exterior, a través de los motores, y también con el aire reciclado a través de filtros HEPA, eficientes al 99,9% contra el coronavirus.

Según los pasajeros, en el aeropuerto de destino sí se tomaban las medidas de protección pertinentes. “Cuando llegamos a Gran Canaria nos dijeron que hiciéramos de nuevo una fila y ahí sí nos solicitaron el documento que justificaba nuestro viaje y nos tomaban la temperatura”, aseguraba Efrén.

Una situación que los pasajeros y las personas que han compartido las imágenes por redes sociales calificaban como bochornosa. “Después de habernos cuidado todas estas semanas, y de seguir las recomendaciones sanitarias de seguridad, nos meten en este vuelo. Es vergonzoso”, lamentaban.

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