24 años después: Así fue el descubrimiento del friso de la Cueva de El Pendo (Cantabria)

Ramón Montes fue una de las personas que vivió de primera mano el descubrimiento de uno de los frisos más antiguos del arte rupestre. Fue en Escobedo y hoy se cumplen 24 años

Alex García

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

"Era un verano bastante cálido, muy bueno", así empieza describiendo Ramón Montes, un conocido arqueólogo de Cantabria el día en el que se produjo uno de los hallazgos más importantes de la arqueología mundial. Fue en Escobedo, una singular localidad del municipio de Camargo, a apenas diez minutos de la capital, Santander.

En la región montañesa, durante la época estival, los arqueólogos dedican gran parte de sus esfuerzos al trabajo de campo. Se desplazan a los lugares donde hay yacimientos y buscan, con paciencia, algún útil, herramienta o pintura que pueda enriquecer aún más el patrimonio cultural y prehistórico que atesoran.

"Recuerdo que era uno de los últimos días de la campaña de investigación de 1997, por no decir que el último"; apurando hasta el último día lo que para ellos iba a ser una jornada más que especial. "Habíamos terminado de comer y estábamos recogiendo las herramientas", relata Montes. "Casualmente, un compañero topógrafo tenía una de sus lámparas iluminando una pintura que parecía ser de una cabra". En lo que ahora conocemos como Cantabria, este animal tendía a aparecer en muchas de las representaciones prehistóricas, al igual que los ciervos y los caballos. "Al adentrarnos en la galería dimos con la gran cantidad de pinturas que había, fue un momento único, especial y mágico".

En el mundo de la arqueología, la rutina es bastante frecuente, "lo nuestro no tiene nada que ver con lo que hacía Indiana Jones", pero la sensación del instante del descubrimiento resulta absolutamente "indescriptible". En ese instante, costaba mucho ver las pinturas, dice Ramón Montes que "la iluminación de aquel momento no era la que tenemos hoy en día", y es que presumiblemente una mejor luz hubiera permitido encontrar antes las pinturas; pero entre eso y que "había mucha suciedad", intuyeron y fueron descubriendo de manera progresiva.

Constantes hallazgos

El Pendo no es la única cueva que se ha descubierto fruto de la casualidad, de hecho la gran mayoría se hallan de manera no prevista. Existen muchos testimonios, pero destaca el de la cueva de La Garma, en Omoño, una pequeña localidad que se encuentra cercana al litoral de la comunidad. Ahí, el protagonista fue un perro que se escapó de su hogar y luego no supo volver. Al poco tiempo, su dueño, José Luis Novoa, acudió en busca del animal cuando escuchó ladridos desde el monte.

Al llegar al lugar descubrió que los ladridos procedían de una cueva que nunca antes había sido vista, por lo que gracias a ese animal, se descubrió uno de los yacimientos rupestres más relevantes en la actualidad. "En La Garma se detuvo el tiempo", así habla Ramón Montes de la caverna que cuenta con la peculiaridad de que al estar oculta de la intemperie, mantiene todos los hallazgos prácticamente intactos y perennes ante el paso del tiempo.

Cantabria posee una gran cantidad de recursos prehistóricos, y cuenta con los yacimientos más importantes que se han localizado en la actualidad. Altamira sigue siendo hoy en día un reclamo para los turistas más curiosos, que todavía a día de hoy, quedan fascinados con sus pinturas y su arte.

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