La crudeza y crueldad de vivir en la calle: "No queremos ver a nuestros vecinos en la pobreza"

La Cocina Económica de Santander atiende a miles de ciudadanos de Cantabria cada año, proporcionándoles actividad, ocio, alimientos e higiene

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La crudeza y crueldad de vivir en la calle: "No queremos ver a nuestros vecinos en la pobreza"

Alex García

Publicado el - Actualizado

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En Cantabria, una región pintoresca y acogedora, la realidad de las personas sin hogar presenta un desafío que, aunque no cuenta con cifras oficiales, afecta a unas 300 personas. La ausencia de un conteo preciso no disminuye la gravedad de la situación, ya que numerosas personas se enfrentan a la dura realidad de vivir en la calle sin recursos económicos para salir adelante, incluso con dificultades para cubrir gastos tan básicos como la tasa del DNI.

El proceso de identificación se convierte en el primer paso de una travesía difícil para quienes carecen de un hogar. Sin un censo oficial, la magnitud del problema puede pasar desapercibida, pero la necesidad de asistencia es innegable. Una vez identificadas como personas sin hogar, surge la necesidad crítica de encontrar un lugar donde puedan descansar. En este contexto, el Centro Princesa Letizia se erige como una opción importante, aunque el acceso a estos recursos no está exento de normas y restricciones.

Simultáneamente, diversos lugares se esfuerzan por abordar las necesidades específicas de quienes enfrentan la falta de vivienda. Desde alimentación hasta servicios de lavandería, aseo personal e incluso actividades de ocio, la Cocina Económica de Santander se presenta como un pilar fundamental en la atención a esta población vulnerable. Con más de 3 mil personas atendidas anualmente, de las cuales el 25% son mujeres, este servicio representa una labor social necesaria que va más allá de las cifras y presupuestos.

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Así es la Cocina económica de Santander

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La Cocina Económica de Santander despliega una gama de servicios que no se limitan a la provisión de alimentos. Cada día, cientos de personas encuentran en este lugar un refugio temporal donde pueden satisfacer sus necesidades básicas y también participar en actividades recreativas que les ofrecen un respiro de las dificultades diarias. Este refugio no solo brinda alimentos y aseo, sino también un sentido de comunidad y apoyo que es esencial para aquellos que se enfrentan a la dura realidad de la falta de vivienda.

El servicio, que tiene un costo aproximado de dos millones de euros anuales, es un testimonio del compromiso de la sociedad cantábrica hacia sus miembros más vulnerables. Las más de 3 mil personas atendidas cada año no son simplemente cifras, sino individuos con historias, desafíos y esperanzas. El 25% de estas personas son mujeres, subrayando la diversidad de situaciones y desafíos que enfrentan quienes se encuentran en situación de sin hogar.

Este es un recordatorio de que la falta de vivienda no es solo un problema estadístico, sino una realidad humana que requiere una respuesta compasiva y coordinada. La Cocina Económica y otros centros similares desempeñan un papel crucial en la construcción de puentes hacia una solución más amplia y sostenible para abordar la falta de vivienda en Cantabria. Más allá de las cifras y los presupuestos, este servicio es un llamado a la empatía y la solidaridad, recordándonos que la lucha contra la falta de vivienda es una responsabilidad colectiva, de todos y para todos.

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