Superar la soledad no deseada: Del "se me vino el mundo encima" al "estoy encantada de la vida"

María Contreras abre su corazón en COPE para recordar lo mal que lo pasó hace 8 años tras la muerte de su marido, y lo feliz que está ahora gracias a familia, vecinos y Cruz Roja

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Superar la soledad no deseada: Del "se me vino el mundo encima" al "estoy encantada de la vida"

Jaime del Olmo

Santander - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

María Contreras ya ha superado los 80 años de edad. Hace 8 sufrió el mayor varapalo de su vida, perder a su marido. El proceso, aunque esperado, no dejó de provocarle un vacío muy difícil de llenar. Lo que antes era cuidado, cariño y amor hacia su pareja, de repente todo había desaparecido. Sin hijos, tampoco encontró en casa hombros en los que llorar.

Desde ese momento, la oscuridad y la amenaza de la depresión profunda arrastró a María a dos años de sombras, encerrada en casa, sin querer saber nada de nadie. La soledad no deseada es un problema que afecta al 20% de la población en España, y la proporción en Cantabria es muy parecida. Es curioso, pero los jóvenes se sienten más solos en los entornos rurales, mientras que las personas mayores tienen ese malestar en las ciudades.

COPE Cantabria quiso conocer este martes 18 de junio el caso de María, su sufrimiento y la posterior alegría que le supuso encontrar a Cruz Roja, que le abrió un nuevo escaparate de posibilidades de ocio, conociendo personas que habían pasado por su misma situación. Puedes escuchar la charla con María pinchando debajo de la fotografía.

"NO TENÍA GANAS DE NADA...":

María rememoró el complicado momento que puso a prueba su fortaleza: "Se me vino el mundo encima, lo pasé mal. Me querían llevar mis hermanos con ellos, pero yo les decía que no, que tenía mi casita y que prefería estar sola. No tenía ganas de nada, lo pase mal los dos primeros años. Me acoquiné, en una palabra... pero como mi marido ya llevaba 4 años en silla de ruedas, hasta descansé porque era un trabajo muy duro; tuve que llamar a una persona para que me ayudara. Los días se hicieron eternos, y con la pandemia también lo pasé mal. Al menos, al tener terraza y un pedazo de terreno, no era de las que peor estaba...".

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Con toda la humildad del mundo, María reconocía que descartó pedir ayuda: "A mí no me gusta molestar a nadie. En mi casa hago lo que me parece a mí, y ya está. Tengo a mi hermana, que está 4 veces a la semana conmigo. Cualquier cosa que me pase, le falta el tiempo para venir. También tengo unos vecinos extraordinarios, que si tardo en levantar las persianas por la mañana ya se preocupan por mí".

CRUZ ROJA, SU SALVACIÓN:

La tabla de salvación de María, más allá de sus hermanos y vecinos, fue dar con Cruz Roja en Cantabria, en especial con Sandra, la psicóloga: "La Cruz Roja apareció a los dos años; mis vecinas me animaron, me apunté y estoy encantada de la vida con ellos. Las tardes, si me quedo en casa, hago cosas, tejiendo, punto, o haciendo sopa de letras... No estoy parada, ahora siempre tengo algo para distraerme. Voy al gimnasio dos veces por semana, y con la Cruz Roja vamos de diez de la mañana a la una del mediodía andando con ellos. Estoy ahora encantada de la vida. Hay muchas personas como yo, que gracias a la Cruz Roja hemos encontrado compañía y actividades a realizar".

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