"Estos años en Cuenca han sido un tiempo muy lleno, han sido años de entrega ilusionada a la misión recibida"

Tras presentar por escrito al Santo Padre su renuncia a continuar como Obispo de la Diócesis al cumplir 75 años, José María Yanguas hace balance en COPE Cuenca de estos años

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Entrevista con el Obispo de Cuenca, José María Yanguas

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

6 min lectura

Monseñor José María Yanguas Sanz, Obispo de Cuenca, presentaba el miércoles 26 de octubre por escrito al Santo Padre su renuncia a continuar como Obispo de la Diócesis, de la que es Prelado desde el año 2006.

Esta renuncia la presenta al cumplir , 75 años tal y como marca el Código de Derecho Canónico, en su canon 401, 1, donde dice: "Al obispo diocesano que haya cumplido setenta y cinco años de edad se le ruega que presente la renuncia de su oficio al Sumo Pontífice, el cual proveerá teniendo en cuenta todas las circunstancias".

En este sentido la renuncia de Monseños José María Yanguas no se hará realmente efectiva hasta que sea aceptada por el Papa Francisco.

Tras este hecho, el Obispo de Cuenca ha pasado por los micrófonos de COPE Cuenca para hacer balance de estos años:

El pasado miércoles enviaba usted una carta en la que ponía su cargo a disposición del Papa Francisco como indica el Derecho Canónico. Sin embargo, esto no quiere decir que se haga efectiva de manera inmediata, ¿no es así?

Así es. Al cumplir los 75 años de edad, se ruega a los Obispos diocesanos que presenten al Santo Padre la dimisión de su oficio. No obstante, el Obispo lo seguirá desempeñando mientras dicha renuncia no sea aceptada. Nada dice en cambio el Derecho de la Iglesia acerca del tiempo que puede pasar entre la presentación de la renuncia del Obispo y la aceptación de la misma por parte del Santo Padre.

En el año 2006 tomaba posesión de su cargo como obispo de Cuenca, ¿cómo ha sido este tiempo para usted?

La vida de un Obispo está llena de momentos, vivencias y experiencias muy variadas que van del trato oficial de las relaciones institucionales, hasta la relación más personal y reservada de una consulta o consejo personal. Las tareas confiadas al Obispo son abundantes y muy distintas, a veces complejas y casi siempre delicadas pues, de un modo u otro, tiene que ver siempre con personas.

Estos años en Cuenca han sido un tiempo muy “lleno”, con momentos de particular gozo, entreverado con otros de preocupación, sin que haya faltado algún que otro sinsabor. De todos modos, han sido años de entrega ilusionada a la misión recibida.

¿Qué balance hace, como Obispo, del trabajo realizado en estos años?

En alguna ocasión he dicho que los balances en casos como este los hace Dios Nuestro Señor. Más que de resultados, inciertos porque no siempre son mensurables, hay que hablar de dedicación, empeño, trabajo y esfuerzo. Con la ayuda y la colaboración de todos, pienso que se han dado pasos adelante en la creación de un ambiente cordial, amable, entre los agentes de pastoral, sacerdotes, religiosos y laicos; ha crecido el sentido de corresponsabilidad en la misión de la Iglesia; se han sumado los laicos a las tareas de dirección en algunos ámbitos; se ha mantenido una ilusionada pastoral vocacional; se ha trabajado bien y se van dando pasos en la buena dirección en la pastoral juvenil, etc.

¿Con qué problemas se ha encontrado en este tiempo al ser Cuenca una provincia azotada por la despoblación?

Los problemas, en general, son comunes a los de las demás diócesis, particularmente en lo que toda a la secularización, al individualismo, a visiones reductivas del hombre, a la aceptación de modelos vida contrarios a la ética y a la moral, al deterioro de las costumbres, a ciertos modos de vida en los que Dios está ausente, a leyes como las relativas al aborto y a la eutanasia, expresiones de la voluntad más que de la razón, a la imposición de la ideología de género en los programas escolares, a la proclamación de falsos derechos que son pura ideología, carentes de fundamento real...

La despoblación, junto con el envejecimiento, que sufren diócesis como la nuestra crea unos problemas añadidos, ya que son muy numerosas las parroquias que no llegan a los cien habitantes. Eso, junto con la disminución de sacerdotes en activo, dibuja un horizonte muy distinto a aquel en que se movía la pastoral diocesana hace unas décadas. En la diócesis llevamos tiempo buscando el modo de dar respuesta a la nueva situación, compleja de no fácil solución. Necesitamos que los jóvenes se incorporen a las tareas diocesanas, para bajar la edad media de los fieles comprometidos, por ejemplo, en la catequesis o en la caridad. El problema se comienza a sentir también en nuestras Cofradías y Hermandades, necesitadas de una mayor presencia de jóvenes.

Y, en general, ¿cuál es el mayor problema o reto con el que se encuentra la diócesis de Cuenca?

Estoy convencido de que los principales problemas y retos de la diócesis no están fuera, sino dentro de la misma Iglesia, y tienen que ver con el fortalecimiento de la fe, una más sólida formación de los cristianos, la viva conciencia de que todos los fieles formamos parte del único Cuerpo de Cristo que es la Iglesia y de que la misión de anunciar la Buena Nueva a todos los hombres y en todos los ambientes es tarea de todos y se lleva a cabo, en buena parte, gracias al testimonio de una vida cristiana coherente con la fe profesada. Se trata, pues, de un problema de fidelidad a Cristo y de coherencia con la fe. Es cuestión de ser verdaderamente cristianos y de vivir como tales, sin miedos ni timideces, con alegría, optimismo y esperanza, sabiendo que el Señor estará con nosotros hasta el fin de los siglos.

¿Se han cumplido los objetivos que se había marcado cuando llegó a la provincia?

Los objetivos no pueden ser un “prefabricado” que no tiene cuenta de la realidad de la diócesis. Las metas programáticas más generales, las de entonces y las de ahora, son de nuevo comunes a las otras diócesis: anunciar a Jesucristo Resucitado, Señor y Salvador. Aquellas otras más concretas han ido surgiendo como fruto del conocimiento de la realidad y de la historia de la diócesis; están condicionadas por la cantidad y calidad de los agentes de pastoral comprometidos en nuestras parroquias, comunidades, movimientos y realidades pastorales... Por encima de la fijación de objetivos particulares, siempre convenientes y aun necesarios, está la ineludible tarea de formar cristianos auténticos, discípulos y misioneros, hombres y mujeres con temple interior, con experiencia de Dios, capaces de “trasmitir” su misma pasión a los demás.

¿Qué mensaje le gustaría trasladar a los conquenses?

Que la fe cristiana es luz que ilumina los pasos del hombre en este mundo, y que el amor a Dios y al prójimo es lo único que nos hace plenamente felices.

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