El obispo de Segovia dispensa de la misa del domingo

Dada la situación de emergencia sanitaria y el estado de alarma con motivo del coronavirus, el obispo de la diócesis de Segovia, monseñor César Franco, ha firmado un decreto por el que dispensa de la obligación de acudir a la eucaristía del domingo. El texto recoge que el objetivo es ayudar a los fieles a tomar decisiones morales, tanto en el ámbito de su responsabilidad social como el de su pertenencia a la Iglesia.

El prelado ha usado así las facultades ordinarias que le otorga el Derecho Canónico. Más allá de este domingo, la dispensa se extiende a los días festivos y alcanza a los fieles de la diócesis y a cuantos se encuentren en su territorio durante el tiempo que dure la situación de pandemia. En cualquier caso, se respeta la libertad de los fieles que deseen participar en las eucaristías que se celebren en la diócesis o prefieran seguir el desarrollo de la lituriga a través de los medios de comunicación.

Asimismo, el decreto episcopal exhorta "vivamente" a quienes tengan la sospecha de estar infectados y a las personas de edad avanzada o en situación de riesgo que se abstengan, por respeto a la salud de los demás o de sí mismos, de participar en el culto público. Monseñor Franco pide "a Dios, a la Santísima Virgen y a nuestros santos patronos" que se supere pronto esta situación y "podamos gozar del don de la salud que ahora vemos amenazada".

La diócesis de Segovia asume las recomendaciones de la Conferencia Episcopal, pidiendo que la eucaristía se celebre a puerta cerrada, pudiendo acudir únicamente un grupo reducido de fieles, explicándoles que la misa se celebra y ofrece por la superación de la crisis epidémica. En caso de que que haya fieles en el templo, se deben respetar las indicaciones de no superar un tercio del aforo y guardar la distancia interpesonal preventiva de al menos un metro. También se debe evitar que los niños acudan a la eucaristía por ser los mayores transmisores de la enfermedad, aunque no suelan padecerla.

En cuanto a las celebraciones litúrgicas, como misas funerales y exequias, se aconseja que sean acompañadas exclusivamente por los familiares más cercanos y que se posponga la celebración pública de sacramentos como bodas y primeras comuniones. También se invita, en los lugares en que sea posible, a que los templos permanezcan abiertos, "como signo de que Dios está presente en el mundo en los momentos de sufrimiento".